Nuevo verano, diferente legislatura

Mientras escribo estas líneas que espero les amenicen el domingo, se cuecen fiestas, pactos e
incluso gobiernos. A la hora que yo, en el asiento de atrás del Renault Clío blanco que conduce mi hermano camino a Huelva le doy a la tecla, se producen llamadas, transportes y guiños democráticos. Es decir, se produce movimiento y, como sabrán, el movimiento es vida.

Unos cargan y descargan altavoces, bebidas, luces, mesas y copas de balón a la entrada de Las Camachas para ofrecer a los montillanos una alternativa de ocio en preludio del verano. Otros abren mesas y sillas a las puertas del Salón de Exposiciones San Juan de Dios con vistas a la toma de posesión del nuevo equipo de Gobierno.

Los míos echan gasolina, recogen cajas de cerveza, pasan por el estanco si es que fuman, cargan la comida, las chanclas y la sombrilla en el maletero y escriben en el buscador del maps ‘El Rocío’ para dar comienzo a un verano que se presenta incierto cuanto menos.

Lo que no se presenta dudoso es la votación ya producida cuando ustedes acudan a su cita
dominical con Montilla Abierta. Todo apunta que, a falta de acuerdo anunciado entre formaciones políticas a un día del acto formal — cuando escribo este artículo—, habrá un nuevo Gobierno municipal en solitario liderado por el socialista Rafael Llamas.

Este hecho, en solitario, ya indica algo insólito para nuestro primer edil, que después de una
legislatura en coalición con IU y otra en mayoría absoluta, tendrá que aprobar medidas con
acuerdos puntuales que bien pueden darse a izquierda o a derecha.

Ya no valen los acuerdos generales del Gobierno de coalición que comenzó cuando todavía yo no pisaba el instituto, allá por 2015, ni tampoco valen las negociaciones consigo mismo a espaldas de todo, y de todos, llevadas a cabo los últimos cuatro años.

Y es que la falta de transparencia con la prensa es difícil de combatir, más allá de la búsqueda de información objetiva y veraz fuera de los concejales que llevan el silencio por bandera y la opinión crítica que insistimos en trasladar a los ciudadanos, no para que avalen la nuestra, sino para que se potencie la existencia de un debate público constructivo.

Sin embargo, el Pleno municipal ya no será tierra gobernada con mano de hierro cómplice de los buenas, que las habrá, y malas, que seguramente también, medidas adoptadas por el nuevo equipo de Gobierno. La presencia de una oposición a ambos lados del marco ideológico propicia una capacidad de entenderse en preceptos que deduzcan beneficiosos para el municipio más allá de las clásicas políticas de izquierdas o derechas.

De esta forma, las elecciones municipales del 28M, las cuales puede parecer que han tenido más impacto nacional que municipal por incongruente que resulte, han servido para algo que creo que deben celebrar la totalidad de montillanos: renovar el tablero político y favorecer un debate entre formaciones que repercuta en un mayor consenso entre partidos y sus votantes.

De esta manera, se fraguan fiestas, cuecen pactos y nacen gobiernos dentro y fuera de nuestra localidad al son de alguna canción que ya ha debido sonar en el trayecto a Matalascañas y que acabará coronándose como la canción del verano.

Aquella de la que un buen amigo mío escribe, con razón, que escucharemos o hemos escuchado por primera vez en una discoteca, nos quedaremos con el estribillo, la quemaremos a fuerza de Spotify en bucle para acabar cogiéndole un asco jodido, de esos que se le coge a aquello que en un principio te gustó tanto que lo gastaste. Sólo espero que no ocurra lo mismo con el nuevo Gobierno.

Paco Cobos

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