Jose Antonio Trapero Perea elegido Hermano Mayor del Padre de Familias

Ayer se celebró la Asamblea General Extraordinaria de Elecciones de la Hermandad del Padre de Familias,  tras un largo período de incertidumbre del futuro de esta querida Hermandad que estaba desde el pasado mes de septiembre bajo las ordenes de una comisión,  cuya única misión ha sido recabar toda la información de los hermanos y reunirlos a todos para convocar los a elegir al Hermano Mayor.

Una Hermandad del Padre de Familias que echó a andar hacia 1.819 conocida por aquel tiempo como la Hermandad de Esclavos de Sangre de Nuestro Padre de Familias.  Con el correr del tiempo y ante la proliferación de nuevas Hermandades, esta fue quedándose cada vez más alejada,  hasta el punto de casi no haber una Junta de Gobierno,  pero gracias al empeño de varios hermanos y con la constancia de las Hermanas Clarisas Franciscanas se llegó a la idea de crear esta comisión.

Pues tras convocar a los hermanos informándole sobre los fines que pretende esta Hermandad, ayer se celebraron las elecciones a la que solamente concurría una sola candidatura presentada por Jose Antonio Trapero Perea.

Tras la apertura de la sesión presidida por la Madre Abadesa,  Sor Maria Jesús Blanco y con la Mesa Electoral compuesta por el Presidente,  D. Luis Contreras Zamora; Secretaria,  Sra. Maria Dolores Espejo Sánchez y como Vocal, Sra. Carmina Leiva Repiso se procedió a informar a todos los Hermanos asistentes del proceso electoral.  Acto seguido se procedió a la votación,  proclamándose por unanimidad Hermano Mayor, Jose Antonio Trapero Perea,  que recibió de manos de la Madre Abadesa el bordón de Hermano Mayor,  una medalla con la Tau franciscana y en el centro una medalla del Padre de Familias y el libro donde queda registrada la Asamblea, firmado por todos los asistentes.

Para terminar, todos los asistentes se dirigieron al Coro bajo para rezar ante la Bendita y Milagrosa Imagen del Padre de Familias.

Nuestro Padre de Familias

Tal y como nos detalla Juan Casado Alcaide, licenciado en Historia del Arte y gran conocedor de la historia de Montilla y de nuestras tradiciones, «la imagen de Nuestro Padre de Familias, a la que se le atribuyen muchísimos milagros, llegó al convento en 1633, presidió varias sesiones del Concilio de Trento en el siglo XVI y fue regalado a sor Ana de la Cruz Afán de Ribera y Manrique de Lara, hija del Marqués de Tarifa, por su hermano, el agustino fray Payo Afán de Ribera, que después llegó a ser obispo en Guatemala y México».

Nuestro Padre de Familias, que recibe culto durante el resto del año en su capilla del Monasterio de Santa Clara de Montilla, añade Juan Casado, «ha procesionado por el interior del convento en procesiones claustrales desde el siglo XVII, y es en el siglo XX cuando sale por las calles de nuestra ciudad por la devoción tan grande que le tienen los montillanos y porque las madres clarisas querían compartirlo con el pueblo en procesión. La fundación de esta hermandad data de la segunda mitad del siglo XIX«.

El estandarte que se luce en ella nos comenta que «lo regaló el sacerdote salesiano Francisco de Asís Redondo Aragón, natural de Aguilar de la Frontera, cuya madre y dos hermanas fueron monjas en el Convento de Santa Clara de Montilla a principios del siglo XX. Redondo Aragón murió muy joven con unos 32 años, aproximadamente«.

«Desde el terremoto de 1930 producido en nuestra ciudad, y debido al deterioro y peligro de la espadaña y del campanario de dicho convento, han tenido que dejar de hacerse los toques propios de Nuestro Padre de Familias, después de varios cientos de años. Gonzalo Enríquez de Harana Puerto, poeta montillano del siglo XVIII, decía que dichos toques transmitían las advocaciones del convento al pueblo de Montilla, además de sus celebraciones y solemnidades, a través del toque alegre de sus campanas con multitud de toques muy curiosos«, nos relata el historiador local Juan Casado Alcaide.

Al regreso en procesión de la imagen a la iglesia del convento, se da a besar, como viene siendo tradicional, dos relicarios: la Santa Espina de Cristo, traída por el Duque de Feria desde Italia en el siglo XVII, y el Lignum Crucis, regalado al convento por la reina Isabel de Portugal en el siglo XVI.

Maria del Carmen Fernández

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