En la vida, solo el amor de Jesús es gratis

Afincado en una colina, en un lugar poco exacto de Lisboa, comienzo a escribir sobre un
cuaderno al que ya se le vuelan las hojas con un boli BIC algo gastado. Sería generoso decir que me separa un palmo de mis vecinos de colchoneta, a quienes diferencio rápidamente y a lo lejos por izar una bandera que jamás antes había visto entre una marea de españoles.

Las comodidades como un aula cerrada en la que dormir sobre el suelo o una simple manguera para poder darse una ducha muy fría se han acabado. Hoy es la noche de vigilia de la Jornada Mundial de la Juventud. La última de las seis noches que hemos pasado en Lisboa, aunque a mí me han parecido poco más de los escasos dos minutos en los que tardas en rezar un padre nuestro y pedir por los tuyos.

Este, es el momento de cristalizar el ENCUENTRO que, para mí, ha supuesto la JMJ y que
comenzó un lunes 31 de julio al son de unos tambores que, en este caso, no eran de guerra sino de paz. Más de 40.000 fueron los españoles que acudieron a los pies del Casino de Estoril en señal de UNIÓN y ALEGRÍA.

DEJARSE LLEVAR fue el primer mandamiento de esos jóvenes que acudieron a celebrar su AMISTAD y el REENCUENTRO con aquellos a los que llevaban tiempo sin poder saludar en persona. El DON de una COMUNIDAD que supo su SUERTE desde el primer instante que expuso su fe y AMOR por Dios sin ningún tipo de complejo.

Algunos venían a recuperar su FE, otros a reforzarla. Yo vine en busca de la respuesta a una pregunta que me inquieta y para la que, a pesar de no haber encontrado el destino, sí he divisado el camino oportuno y adquirido la fuerza para seguirlo.

Así comenzó una aventura llena de SINCERIDAD en la que tuvimos que superar a aquellos que no supieron diferenciar entre política y religión y las sumas carencias logísticas de una ciudad, Lisboa, que ahora sufre el descuido provocado por una gran crisis y un cruel paso del tiempo que descascarilla sus calles y edificios.

Sin embargo, paradójicamente, la capital portuguesa no puede ser más simbólica a la hora de representar el resurgimiento. La ciudad se erigió sobre sus cenizas tras el Gran Terremoto de Lisboa de mediados del siglo XVIII que devastó la capital casi por completo como la fe de miles y miles de jóvenes ha renacido a base de trabajo y reflexión después de haberla descuidado u olvidado en los meses previos a esta JMJ.

La ACOGIDA de los voluntarios, la reflexión durante la eucaristía, el CONSUELO que otorga el sacramento de la confesión y las lágrimas de desconocidos al poder mirar al santo padre a los ojos durante los pocos segundos que la marcha del papamóvil permite, hacen de este encuentro UNIVERSAL un acercamiento con Dios y contigo mismo.

María se levantó y partió sin demora (Lc 1, 39). Es decir, ID y haced lo que debáis hacer. Ese ha sido el lema de la JMJ. Un mensaje de movimiento hacia una juventud parada y a la espera que no puede seguir soñando y que tiene que empezar a trabajar para cambiar el mundo.

Todo ello acompañado de las palabras del Papa Francisco I, que reivindicó una Iglesia para TODOS y una sociedad llena de PIEDAD y sin miedo.

Sin miedo a expresarnos. Sin miedo a cambiar, a mejorar. Sin miedo a caer porque, según recordó el Papa a una juventud amenazada por el fracaso “en el arte de ascender la montaña lo que importa no es caer, sino permanecer caído”. Sin miedo a aquellos que miran por encima del hombro y con la certeza de que “el único momento en el que es lícito mirar a una persona de arriba abajo es para ayudar a levantarse”.

Así, la ADORACIÓN se vuelve tangible y conjunta, pues no es la intención de uno lo que puede cambiar el mundo sino la “alegría misionera” de muchos. Pensamiento que me incapacita para escribir por mi cuenta. No es posible escribir con un solo bolígrafo una historia conjunta.

Por ello, pido a los cerca de 25 amigos, ahora íntimos, que me han acompañado durante estos 7 días siguiendo la ondeante bandera de Cristo Rey que describan en una sola palabra su experiencia en la JMJ. Ardua tarea que conseguimos entre divertidas historias sobre este viaje y sorbos de cerveza Sagres. Y, en agradecimiento a la FAMILIA que hemos creado, todas esas palabras se ven reflejadas en este artículo común.

María se levantó y partió sin demora (Lc 1, 39)

Paco Cobos Periodista

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