La declaración Universal de los Derechos Humanos dice en su artículo 4: “Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, ….”
En la noche del pasado sábado día 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, se declaró un incendio en un campamento chabolista en Lucena del Puerto (Huelva), en el que ardieron más de 100 chabolas de emigrantes temporeros de los frutos rojos, todas las personas afectadas perdieron cuanto tenían y quedaron a la intemperie, al parecer el incendio es fruto de las malas condiciones de vida de esos emplazamientos, las noches frías que les obligan a hacer fuegos y los deficientes sistemas para cocinado. Al parecer un tercio de los afectados son mujeres marroquíes el resto hombres de Marruecos y Senegal, afortunadamente no se tienen noticias de niños afectados.
Las ONGs que atienden a los emigrantes ya están sobre el terreno tratando de paliar esta desgracia en colaboración o presionando a quienes deben aportar las soluciones.
Hace años que se viene diciendo que los empresarios y los Ayuntamientos en los que se contratan inmigrantes para sus campañas agrícolas deben proporcionar alojamientos dignos, no parece que los que han ardido lo fueran, eso sí, como puede verse en la foto, están al lado mismo de los invernaderos.
Cuando el dinero y el beneficio es lo único importante, se olvidan las más elementales actitudes de solidaridad y además se incumplen los tratados internacionales que España ha firmado y tiene obligación de cumplir y hacer cumplir.
Todos nos horrorizamos de la mera idea de la esclavitud en tiempos clásicos o en la Norteamérica del siglo XIX, entonces los traficantes tenían que ir a “cazarlos” y llevarlos a los mercados, en nuestro siglo XXI, las condiciones de vida en sus países de origen hacen que ellos solos se echen al mar, con riesgo de su vida, para venir a servirnos a los países que nos autodenominamos “desarrollados”, es algo que nos debe hacer reflexionar.
Doy por supuesto que los empresarios que tienen contratados a esos emigrantes están cumpliendo la ley, si no lo hicieren, la responsabilidad no sería solo de ellos, sino también de quienes tienen la obligación de inspeccionar y asegurar el cumplimiento de las leyes, de todas las leyes, incluso aquellas que rebajan las expectativas de los beneficios empresariales.
Nuestro mundo, capaz de conquistar el espacio y de derrotar a muchas enfermedades, no se ha hecho grande por competir entre nosotros, cuando se ha hecho más grande ha sido cuando hemos colaborado, la competencia nos separa hasta el odio, la colaboración nos une hasta la solidaridad.
Que en el año 2025 los seres humanos aparquemos la competencia y avancemos en la colaboración, si no es por nosotros que sea por nuestros hijos y nuestros nietos.