Cuenta lo que sigue siendo leyenda viva que un día le dijeron al deportista español más grande de todos los tiempos que no iba a volver a jugar. Que se fuera olvidando de eso de la pelota. De los partidos, los puntos de partido interminables en los que la pelota acariciaba la red y se decantaba entre una u otra parte del tablero, de las remontadas inolvidables, del derroche físico, de los huevos encima de la mesa, de los triunfos inexorables.
Se lo dijeron hará hace 15 años. Que la rodilla no tiraba. Que se olvidase del tema. Que dejase de intentar recuperarse tras cada caída que sufría. Ya está bien Rafa, ya has demostrado bastante, has ganado lo suficiente, retírate. Pero, por creencia, por gallardía o por Hispanidad; el tío sacaba con la zurda hasta que le salía un ace sobre la esquina del cuadro de saque. A ese tal Nadal le habían vuelto a mentir con eso de que ya no jugaría más al mayor nivel. Pero la raqueta del mallorquín volvía a morder la plata.
La ironía reside en que la semana en la que se anuncia la retirada de Nadal y del hombre de la final de Sudáfrica 2010, Iniesta de mi vida, coincida con la de la Hispanidad. Esa de discutida moral. De los orgullos y las vergüenzas patrias. Resalta la sorna que suceda el día en que las banderas y las pulseras de España se refugiaban y salían de las paradas de autobús ante la trompa de agua que colmaba el 12 de octubre.
También reside la ironía en que esta misma semana, la de la Hispanidad lluviosa, haya sido la
semana más lamentable que se le recuerda a la política española en su conjunto cerca de las dos últimas décadas. La semana de los Koldo que llamaban “cariño” a las Armengol antes de decirle que las mantendrían informadas “de todo”.
La de los Ábalos que informaban “al 1” de que la vicepresidenta de una dictadura vendría a
España a realizar gestiones “con discreción”. La de los Aldama que fueron a Barajas a llevarse
104 lingotes de oro. La de las bolsa llenas de pasta en Ferraz. La de las Begoñas que se reunían con los Aldama y los Hidalgo mientras su marido votaba a favor del rescate de Air Europa. La de los —sí otra vez— Aldama que habrían defraudado 182 millones a Hacienda con los tejemanejes de los hidrocarburos.
También, la de las oposiciones ineficientes que ni saben lo que votan, ni aceptan que rueden
cabezas por ello. Aquellas que tardan casi 24 horas en reaccionar al informe más demoledor de la UCO para el Gobierno de Sánchez. Que convocan a sus equipos “de urgencia” para este
domingo, tres días después del estallido de la bomba en las bases de La Moncloa. Que mandan a Cuca Gamarra a dar la cara y anunciar una querella tardía.
España es el país en el que no ruedan cabezas ante los errores flagrantes, al menos en el sector público. En el que te dicen día a día que no mereces más, que la clase política es el reflejo de la sociedad, que esto es lo que hay y que te resignes a olvidarte de las opciones políticas serias.
Que abandones la idea de soñar con un país mejor. Pero, les animo a que tiren de gallardía, de Hispanidad. Piénsenlo, miren al Parlamento y mírense en el espejo, véanse mejores. Sean como Nadal, que no les mientan.
Qué fuerza estás cogiendo Paco, qué forma de decir la verdad para que la entendamos todos. Espero que a partir de ahora, a partir de que se lean artículos tan buenos como el tuyo, los españoles tomemos conciencia de que hay que salir a la calle a decir que ya estamos hartos de sinvergüenzas. Seamos un poco Nadal, seamos un poco españoles.