Responsabilidades políticas

Mami la amo. Vamos a morir. Mami la amo.

Las últimas palabras son atronadoras. Reflejos de lo que una persona desea que disemine su estela cuando ya no esté en este mundo. Un último recuerdo de quienes fuimos. Un terminal obsequio a lo que fue nuestra vida y que nunca más será. A lo que pudo ser y se quedó por el camino. Un brindis al aire para quien quiera aferrarse a él.

Esta chica, cuyas últimas palabras fueron entre las feroces llamas que redujeron una discoteca murciana sin licencia a cenizas, lo tuvo claro. Quiso brindar ese último adiós a la persona que más te quiere en este mundo.

A aquella persona que pese a todo lo que puedas defraudar, contravenir, disgustar, o realizar los más impensables fastidios, te querrá y apoyará con todo en contra. A un ángel de la guarda de carne y hueso. Al mejor regalo que cualquier ser puede soñar al venir a este mundo. A una madre.

Lo hizo porque en nuestros últimos estertores solo nos sale decir la verdad. Y la verdad de esta chica, su verdad, es que amaba a su madre. Y hay pocas verdades más ciertas y sinceras que el amor a quien te ha dado la vida.

Hay otras verdades menos puras. Como que la discoteca que ardió y acabó con la vida de 13 personas, una auténtica ratonera, no tenía licencia desde 2022 y no había sido clausurada.

Estuvieron bien ambos partidos, el que gobernó hasta el 28M y el que recogió el testigo, no echándose los tratos a la cabeza. Afrontando juntos una rueda de prensa que marcará la legislatura. Pero nada vale una buena actuación a destiempo, ya que si hubiesen hecho su trabajo cuando tocaba, esa discoteca estaría clausurada y, los 13 fallecidos de resaca posterior a un cumpleaños que habría tenido lugar en cualquier otro pub.

El Coliseum

  • El fútbol femenino ha evolucionado, pero deben tener los pies en el suelo y saber que no se pueden equiparar en ningún sentido con un futbolista hombre.

Son otras últimas palabras como honorífico nombre del ex Coliseum Alfonso Pérez. Éstas, que no se pueden comparar con las desgarradoras “mami te amo”, han generado bastante más revuelo político.

Hasta el punto que, la alcaldesa de Getafe, orgullosa galante de un feminismo que no acepta opiniones contrarias a las socialmente aceptadas, emprendió una cruzada relámpago para que el Coliseum, estadio del Getafe C.F., se desprendiera de las letras Alfonso Pérez.

Es curioso, porque el estadio brilla por su ausencia de motivo a la hora de ser nombrado o desnombrado. Le pusieron el nombre de un futbolista, si es cierto que el más grande nacido en la ciudad aledaña a la capital, que nunca jugó en el Getafe C.F. y sí en Madrid y Barcelona, y se lo quitaron cuando dijo que una persona debía cobrar según lo que generaba. Un sinsentido total.

Sin embargo, ahí estaba el poder político, preparado para enzarzarse en una cruenta batalla y salir victorioso del galardón populista. Pero, ay, dónde estaba el mismo poder para cerrar una discoteca sin licencia que acabaría siendo un callejón sin salida con la muerte a sus espaldas.

Qué es lo que importa, qué da más votos, de qué se fija primero el poder político

Paco Cobos Periodista

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