Que el dedo de San Sebastián indique el fin de la pandemia

Tras la celebración del triduo, llega la festividad de San Sebastián, cuya homónima parroquia celebra sus días grandes y que por culpa de la pandemia del Covid19, no se podrá realizar la popular candelá que tradicionalmente organizada la Hdad. del Stmo. Cristo de la Misericordia y Mª Stma. de la Amargura, y que tanto gusta a los vecinos del barrio de la Silera.

Tras el triduo celebrado en la Parroquia de San Sebastián, presidido por los rvdos. Sres. D. Antonio Palma Varo (capellán de St. Clara y del Hospital), D. Guillermo Padilla Sánchez y D. Fernando Suárez Tapiador, ambos de la Parroquia de Santiago y la Basílica de San Juan de Ávila.

Hoy, solemnidad de San Sebastián se celebrará a las 20:00, una eucaristía concelebrada y que será presidida por el incombustible D. Antonio Ramírez, párroco de San Sebastián, tras la cual se venerará con un saludo la reliquia del dedo de San Sebastián.

El dedo de San Sebastián

El Gran Capitán combatía a los franceses en Italia. que en 1503 se habían refugiado en el monasterio benedictino de Montecasino. Tras la victoria, encomendó a Medina, hombre de su confianza, que defendiera las reliquias de muchos santos, pues los soldados cogieron de botín todo lo que pudieron: cálices, cruces, ornamentos, candelabros de plata…

El Gran Capitán lo compró todo a los soldados y lo restituyó al monasterio. Los monjes en agradecimiento, aceptaron que Medina tomara de las reliquias un dedo de San Sebastián para llevarlo a Mantilla y entregarlo a D. Pedro Fernández de Córdoba. Marqués de Priego y sobrino del Gran Capitán. El dedo fue llevado a la Parroquia de San Sebastián de Montilla que , por avatares de la historia, ha sido custodiado en el monasterio de Santa Clara de Montilla, donde fue encontrado por el estudioso José Ponferrada Gómez.

San Sebastián, soldado de Dios

San Sebastián fue un mártir nacido en Narbona, en el 256 D.C, bajo el  Imperio romano, con la particularidad de ser venerado tanto la Iglesia católica como la ortodoxa. Fue soldado del ejército romano y del emperador Diocleciano, que lo nombró jefe de la primera cohorte de la guardia pretoriana imperial, desconocedor de su fe cristiana.

Acabó por ser descubierto y denunciado al emperador Maximiano (amigo de Diocleciano), quien lo obligó a escoger entre poder ser soldado o seguir a Jesucristo. so pena de muerte. Sebastián se mantuvo firme en su fe y fue condenado morir. Los soldados del emperador lo llevaron al estadio, lo desnudaron, lo ataron a un poste y lanzaron sobre él una lluvia de flechas, dándolo por muerto.

Sus amigos fueron a recoger el cadáver cuando al verlo todavía con vida, lo llevaron a casa de una noble cristiana romana llamada Irene, esposa de Cástulo, que lo mantuvo escondido y le curó las heridas, hasta que quedó restablecido.

Una vez curado se presentó ante un emperador desconcertado, ya que lo daba por muerto, y le reprochó enérgicamente su conducta por perseguir a los cristianos. Maximiano mandó que lo azotaran hasta morir, 2​3​ y los soldados cumplieron esta vez sin errores la misión, tirando su cuerpo en un lodazal. Los cristianos lo recogieron y lo enterraron en la Vía Apia, en la célebre catacumba que lleva el nombre de San Sebastián.

Antonio Galán

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