
Nuestra Atención Primara está saturada…. , ycon los profesionales desmoralizados… Tanto es así que nuestro pilar básico en la atención sanitaria está pasando por momentos no muy halagüeños.
El aumento de la esperanza de vida, el progresivo incremento de nuestra población envejecida con una proyección de la pirámide poblacional que da vértigo, la cronificación de muchas enfermedades que antes suponían límite a nuestro horizonte de vida, no solamente ha sido un logro, sino que supone un gran reto para nuestro sistema sanitario.
Hace apenas un par de semanas, el sistema de elección para formación de especialistas del sistema MIR, dejaba sin cubrir 459 vacantes de especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, bien es cierto que casi el 50% de las 8.772 plazas corresponden a esta especialidad, pero este incremento de vacantes debe hacer reflexionar a las autoridades sanitarias la falta de atractivo de esta especialidad y las consecuencias que está produciendo sobre todo, en los pueblos.
Problemática que pasa en todo el territorio de nuestro país, aún más acentuado en zonas rurales, y cuya proyección a corto-medio plazo no es muy esperanzadora.
Los médicos de “cabecera” que décadas pasadas servían como filtraje a la atención especializada, se han convertido en el eje central del sistema de salud sobre el que pivota el paciente en todo su proceso de salud.
En la actualidad cuentan con formación especializada durante 4 años, al igual que muchas especialidades que desarrollan su actividad laboral en el “mundo” hospitalario, que abarcan desde hábitos de vida saludables, prevención de enfermedades, diagnóstico precoz y evaluación y control de enfermedades cŕonicas que deben hacer poner en valor a nuestros profesionales. Especialidad que no es reconocida por la sociedad como tal y tampoco es atractiva para ejercer el MIR, salvo profesionales que primen la conciliación laboral y excepciones donde la vocación está muy presente.
Tristemente, continuamos con una atención primaria llena de burocracia, con una plantilla con dificultad para su relevo generacional, infraestructura deficiente y en ocasiones anticuada, listas de espera interminables, con una relación médico-paciente deteriorada, a veces ingrata, y con una remuneración para nada acorde a su responsabilidad. Bien es cierto que en un horizonte temporal a corto plazo la precariedad laboral parece estar tomando otra perspectiva en nuestra comunidad con la fidelización de muchos profesionales que han pasado años llenos de incertidumbre y precariedad laboral, medidas que son escasas y llegan tarde.
Precisamente ahora, que la sanidad ocupa tantas primeras planas de periódicos, televisión, radio y medios de información digital, la atención primaria debe dejar de ser la parte ”secundaria” del sistema sanitario y reconocer la actividad asistencial desarrollada por nuestros profesionales, dotar de medios adecuados adecuados y competencias a todas las categorías profesionales implicando al paciente como eje del sistema, incorporando nuevas tecnologías que faciliten la actividad asistencial, mayor capacidad de pruebas diagnósticas y por supuesto una financiación suficiente.
El sistema sanitario debe ser previsor, tener una actitud proactiva, y no dejar que esta bola de nieve siga cogiendo más volumen, implicando a agentes sociales, administraciones, sociedades científicas y colegios profesionales, para que no se deteriore más la base de nuestro sistema sanitario, la Atención Primaria.
Tenemos los mejores Médicos de Familia, ésta vez en mayúsculas, entre todos nuestros países vecinos, muy valorados y reconocidos por otros sistemas sanitarios. Nuestra sociedad debe reconocer la Atención Primaria, dejando de estar tan medicalizada y teniendo una visión tan hospitalocentrista, fomentando la educación y promoción de la salud, la prevención y el tratamiento, y por supuesto poner en valor a nuestros Médicos de Familia.