Alberto, como un buen amigo mío por cierto, se ha instalado en los casi. El líder del Partido Popular, que paradójicamente se había afincado con anterioridad en las mayorías absolutas allá por el norte, se ha quedado en la casi victoria electoral, el casi liderazgo sobre sus barones, el casi pacto con formaciones presumiblemente afines, la casi investidura y la casi presidencia del Gobierno.

Pero los casi se quedan en triunfos con cara de derrota, en generales sin la confianza de su ejército, en adversarios que se convierten en rivales —véase PNV— y, por su puesto, en reyes sin trono ni corona. En amores desnatados de marca blanca, en las incertidumbres malditas, en nada.

Los casi son goles en fuera de juego que deciden finales de Champions, comidas sin vino, museos sin arte, cervezas sin tapa. Pipas sin fútbol, guerras sin munición, cafés descafeinados, romances sin deseo.

Y en todo ello ha sido Núñez Feijóo un verdadero maestro desde que se erigió como líder de los populares. En las medias tintas, en la moderación con guiños a Vox y en la oposición frontal al mismo tiempo que se pedía el voto de aquellos socialistas no sanchistas.

Hasta este martes, cuando un Feijóo inesperadamente sublime en lo retórico —no tanto en los datos aportados—, retrató, encuadró y fotografió a todos los grupos de la Cámara Baja.

Especialmente a Bildu —su respuesta al partido abertzale fue de lo mejor de su extensa intervención— y a aquellos dispuestos a pactar con un partido que representa el peor independentismo de todos, aquel que blanquea el terrorismo, con esa tenacidad tan impropia de un gallego: “Yo no quiero sus votos”.

Y todos, incluso desde los rincones más recónditos de Génova 13, se preguntan, en voz baja casi susurrante eso de ¿Dónde estaba este Feijóo a la hora de pedir el voto?

Así se cierra la casi investidura del gallego y comienza, aunque ya había empezado hace algún tiempo en los despachos de Ferraz, la progrerización de Junts, el blanqueo de la amnistía y quien sabe si de un posible referéndum. O lo que es lo mismo, una nueva investidura de Sánchez que se presenta, por increíble que parezca, más probable que la del renovado líder del PP.

Pero dicen por ahí que Junts y Esquerra han subido la apuesta, que la amnistía era el pago de
alzar a la novata Armengol como presidenta del Congreso de los Diputados y que lo del referéndum ya va tocando si lo que quiere Sánchez es ser investido presidente de nuevo.

Si bien es cierto que Sánchez controla los tiempos y, por lo tanto, la presión ejercida a los
partidos con los que debe pactar, y que la amnistía, o el nombre que se le adjudique desde
Ferraz, ya está en camino, el compromiso de un referéndum legal puede llegar a ser una piedra que haga descarrilar la investidura.

Y, por primera vez desde el 23J, presencio a un Feijóo con ánimos y posibilidades de salir
victorioso, sin casis ni medias tintas, de una posible repetición electoral, la cual sigo pensando
que sería el escenario más lógico para la frágil estabilidad de cualquier pacto que pueda surgir en el actual parlamento. Más aún, teniendo en cuenta que la utópica coalición entre PP y PSOE no es más que eso: una utopía.

Paco Cobos Periodista

Entradas relacionadas

2 comentarios en «Los «casi» de Feijóo»

  1. Dice Sánchez, España va como una moto, o como un Falcon, y el señor Llamas le da razón. Más de trescientas motos, mal contadas, han circulado hoy por el centro de Montilla, ocasionando ruidos de motores, sirenas y emitiendo gases a la atmósfera, es decir, cuidando por el cambio climático, y la salud de los ciudadanos, la culpa la tienen los coches. No el de la policia, único con emisión de gases controlados, aunque emitiendo ruidos con las sirenas como todos los demás. He llegado a mi casa mareado de la buena calidad del aire respirado durante más de trescientos metros. Hay que ver como se ponen los dos de acuerdo para fastidiar a los ciudadanos. ¡Eureka!

  2. Le podrías preguntar al señor Llamas qué piensa sobre los pactos con Bildu, sobre la amnistía del Fugado en el maletero de un coche, sobre el posible referendum y sobre todo el por qué ahora Junts entra en las filas de los mal llamados progresistas. Seguro que a ti Paco no te contestará, «a ti no».
    Pues a la mayoría de los Montillanos nos gustarían esas respuestas para saber quién nos gobierna, ya no desde Madrid sino en nuestro pueblo que cada vez tiene menos negocios, menos industrias, menos autónomos, menos espacios para circular pero sí más ruido y más motos que no dejan dinero ni trabajo en la que fue una magnífica Ciudad.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *