El Partido Popular ganó, pero ganó poco. Pocas victorias pueden saberle tan amargas al gallego Feijóo que se trasladó a Madrid para conquistar el Palacio de la Moncloa y no para subir el resultado del PP en 47 escaños. Porque el resultado de las elecciones se mide por sus expectativas y los ‘populares’, que creían conseguir una mayoría suficiente para gobernar en solitario, ni si quiera les da una mayoría para sumar con Vox.

En este terreno, el de las expectativas, paradójicamente es el denostado Centro de Investigaciones Sociológicas de Tezanos el que más se ha acercado a los resultados. Eso sí, con una horquilla de escaños muy amplia — tan amplía que daba ganador al PSOE — y fallando en los extremos. Sin embargo, el CIS es el que sale mejor parado respecto a las otras encuestas demoscópicas privadas. En concreto, Michavila (GAD3), al que se nos ha presentado mediáticamente como un gurú que no podía fallar, patinó, y lo hizo notablemente.

Estas expectativas daban una mayoría amplia al PP, al tiempo que hundían al PSOE de Pedro Sánchez. Ese clamor social del “que te vote Txapote” que inducía a pensar que la inmensa mayoría de la sociedad estaba en contra de su presidente ha resultado no ser real. Lo cierto y verdad es que los votantes socialistas han revalidado la gestión de Sánchez y que éste podría gobernar a pesar de ser la segunda fuerza más votada.

Vuelve a quedar vigente que una alta participación no termina de beneficiar a la derecha. Además, cuando ya parecía que el miedo a la extrema derecha había desaparecido, éste ha revivido a golpe de lonas que tiraban banderas a la basura o actos de campaña en los que el secretario general tiraba de chulería para bajarse del escenario y enfrentarse cara a cara a aquellos que habían hecho un piquete contra su acto de campaña.

Claro que el gatillazo del PP deja más incertidumbres que certezas. Teóricamente, un bloque liderado por los socialistas y en el que caben nacionalistas vascos, Bildu, independentistas catalanes de derechas e izquierdas podría alcanzar el Ejecutivo. Pero ese acuerdo, el cual se augura complicado, otorgaría una gobernabilidad cuanto menos inestable. Más aún si tenemos en cuenta que el PP tendrá mayoría absoluta en el Senado, pudiendo torpedear la gestión del creador de ‘Manual de resistencia’.

Por lo tanto, ante una gobernabilidad complicada e inestable ya sea atajada por un Gobierno Frankenstein a izquierdas o derechas, lo más lógico sería una repetición electoral. Claro que en España la lógica y la realidad se encuentran reñidas desde que tengo uso de razón.

En este caso, el de una posible repetición electoral yo apostaría por una concentración del voto en el bipartidismo que le sirviera a Sánchez para gobernar. También es cierto que mis últimas apuestas para este 23J han sido cuanto menos erróneas. Pero tras este escenario hipotético, lo que parece claro es que el gallego abandonaría Génova 13, que parece que tomará un camino madrileño.

Pues no es casualidad que el discurso de Feijóo se interrumpiera por el griterío que coreaba el nombre de Ayuso. Como tampoco es coincidencia que la Ejecutiva del PP asomada al balcón de Génova llevara una indumentaria con tonos claros mientras que Ayuso vestía una blusa rojo pasión. Miguel Ángel Rodríguez no da un paso en falso y, por ahora, ha conseguido sortear todos los obstáculos posibles en ese camino hacia La Moncloa.

Probablemente, la persona a la que más alegría le haya dado la falta de suma para un gobierno de Feijóo no estuviera en Ferraz o en la sede de Sumar, sino que estuviera asomada al balcón de Génova con una fría sonrisa en la cara.

Paco Cobos Periodista

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