Desmontando el caso del Rey del Cachopo

El criminólogo Salvador Lao nos trae el caso del César Román, el Rey del Cachopo y la maleta con el torso de su novia. 

Corre el mes de agosto de 2018 y sobre las 15:00 horas de un día laborable, los bomberos sofocan un pequeño incendio en un almacén del centro de Madrid. Tras la inspección que se hace del inmueble se encuentra una maleta en la que hay un tronco humano, de mujer, con los senos seccionados y con los miembros y la cabeza desaparecidos. Se inicia la investigación y se concreta que el presunto autor del hecho es César Román, el Rey del Cachopo, restaurador experto en esta comida típica del norte de España.

Pero, ¿a quien pertenece el tronco encontrado? Inicialmente a la novia de César, Heidi Johanna, una chica de nacionalidad hondureña que no aparece desde ese mes de agosto y que no atiende a llamada telefónica alguna, deja atrás dos hijos, de una anterior relación, y una madre a la que se le tomó el ADN para poder identificar el cuerpo hallado. Dos años y nueve meses después comienza el juicio contra César Román por el homicidio y la profanación del cadáver, según establece el escrito de acusación de la fiscalía.

Es ahora cuando tanto las acusaciones, incluso la Comunidad de Madrid se ha personado como acusación popular, deben exponer ante los 9 miembros del jurado popular todas las cuestiones que crean pueden demostrar la culpabilidad de César, además de a todos los testigos y peritos propuestos, que suman la friolera de casi 200 personas.

Por otra parte tenemos a la defensa, la misma va a intentar que se consume la prevalencia de la presunción de inocencia que recoge la Constitución Española en su articulo 24.2. Si bien esta tarea, en este caso, se ha visto dificultada por los medios de comunicación. Desde el primer momento, y con pruebas iniciales poco menos que “cogidas con pinzas”, las televisiones sobre todo, se pusieron en contra de César, algunos antecedentes previos, por violencia de género contra su exesposa, detonaron esta propensión al maltrato del reo y propiciaron horas y horas de programas, aún sin que el presunto autor apareciera, fue detenido 3 meses después en Zaragoza mientras trabajaba de cocinero en un local maño, se encuentra en prisión desde el 20 de noviembre de 2018.

Ni que decir tiene que el juicio mediático al que se ha sometido a César no sólo es una aberración, si no que además ha contaminado totalmente el sistema de justicia. De qué forma cualquier persona que forme parte del jurado, se va a poder abstraer de lo que en su día se publicó, y se vio, en los medios de comunicación. Sin contar con que internet no olvida, basta poner en el buscador que sea las palabras “rey del cachopo” y aparecen 331.000 resultados ofreciendo todo lujo de detalles sobre el caso.

Criminológicamente, para casos como este, podemos acudir a la teoría del Labeling (etiquetamiento),auspiciada por Howard Becker, entre las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado. Esta teoría, de origen sociológico, estipula que el delito (y por tanto la implicación en el mismo) no vienen determinados por la actuación del sujeto, que se denomina conducta desviada, si no por lo que la sociedad que convive con el autor establece como delictiva, y por tanto como culpable.

A la vista de esta definición, y volviendo al caso de César, la sociedad ya ha determinado que este es culpable, no tanto porque lo sea realimente, ya se verá en el juicio, si no porque los medios nos han llevado a esta conclusión.

Personas, muy relacionadas con el caso, me han comentado que han sido objeto de crítica por haber participado en la defensa de Román. Lo que nos da a pensar que ya hay una condena social muy enraizada.

Nadie está exento de ser “etiquetado”. A cuántas personas conocemos a las que determinamos de una forma u otra. Que tengamos un amigo al que marcamos como impuntual, por ejemplo, no supone nada más que saber que si quedamos con él para tomar algo seguramente llegara a la segunda copa. Pero que a alguno de nosotros nos etiqueten como delincuente, más aún como homicida, no es algo que deba ser agradable.

Es muy probable que cuando termine el juicio contra César, el Rey del Cachopo, si los datos que maneja la defensa son aceptados por el jurado popular, este quede en libertad, pero siempre llevará pegada en su espalda la etiqueta de haber sido el que mató a Heidi Johanna.

Salvador Lao

egresado en Criminología por la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

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