La Pandemia nos hizo ver las debilidades que genera la globalización, haber hecho de China y otros países emergentes la fábrica del mundo nos ha demostrado que cuando necesitamos hacer frente a una crisis estamos desarmados, cuando llegó la pandemia, en occidente en general y en Europa en particular no disponíamos ni de mascarillas, ni de trajes EPI, ni de respiradores, a pesar que la mayoría de esos productos han sido desarrollados con I+D occidental y por empresas occidentales.
El neoliberalismo que llegó arrasando en las décadas de los 80 y 90, la búsqueda del máximo beneficio empresarial a cualquier precio y sin compromiso social, llevó a las grandes empresas a deslocalizarse buscando donde hacer el producto más barato, abandonando a su suerte a sus propios trabajadores en los países de origen e ir en busca de trabajadores más baratos como quien busca materia prima a mejor precio.
Por otro lado, esas mismas empresas exigían la desregulación máxima para obtener los máximos beneficios, se iban de países con sistemas de protección social avanzados a otros donde no existieran ni sistemas sociales y a ser posible ni siquiera libertad de asociación de los trabajadores. China, que es una dictadura de partido único, a disposición de esas empresas todo tipo de ayudas e ingentes cantidades de mano de obra barata a cambio de exigirles cierta transferencia de tecnología, después el gobierno chino supo aprovechar esos flujos de riqueza en una economía planificada para mejorar notablemente la calidad de vida de sus ciudadanos, en una especie de despotismo ilustrado del siglo XVIII europeo y se ha convertido en una gran potencia económica.
Por el contrario, los países europeos debieron correr con los gastos de asistencia social de los trabajadores que se quedaron en paro, pagar las ayudas al desempleo y cumpliendo con el modelo liberal no se podía grabar con aranceles suficientes a aquellos mismos productos que se había deslocalizado la producción, pero no el consumo. Ese modelo enriqueció a las empresas y nos empobreció a todos.
Hagamos un poquito de historia, en respuesta a la gran crisis financiera de 1929 en USA, Roosevelt fue presidente desde 1933, controló al sector financiero desbocado que había originado la crisis y llevó a USA a ser primera potencia mundial, en Europa en ese mismo año llegó al poder Hitler lo que removió todo el sistema e impidió el desarrollo social hasta acabada la II Guerra Mundial, a partir de ese momento y a ambos lados del Atlántico, cada cual a su manera, se generó un modelo con estados fuertes con respeto a la propiedad privada pero con economías reguladas, que se basaron en altos impuestos a las empresas y las grandes fortunas, en USA el tramo final del equivalente al IRPF llegó a superar el 90%, también se hicieron grandes inversiones públicas en infraestructuras y programas públicos como la NASA que llevó al ser humano a la Luna, que generó empleo bien pagado y como consecuencia de todo ello, la creación de grandes clases medias, las americanas las veíamos en las películas de casitas con dos coches y barbacoa y en Europa, los españoles veíamos venir de vacaciones a los trabajadores de Francia, Alemania o Inglaterra. Fueron tiempos, no exentos de problemas, pero en los que disminuyó la desigualdad entre ciudadanos y entre países lo que generó mucha estabilidad social y económica.
En la actualidad, a la vista de la vulnerabilidad de occidente provocada por la globalización, las pandemias o las consecuencias de una guerra, en el suministro de energía se vuelve a hablar de independencia y soberanía para poder atajar con éxito las crisis, pero también para el normal funcionamiento de la industria y los mercados ya que tanto la materia prima como muchos de los componentes de los bienes de equipo también se globalizaron y deslocalizaron existiendo una enorme dependencia, por ejemplo en semiconductores, que al parecer, se usan en todo tipo de equipos desde pequeños electrodomésticos a coches y equipos médicos de alta tecnología.
Occidente tiene que tomar medidas estructurales para afrontar esos retos y eso solo puede hacerse desde la fortaleza del Estado, en el caso europeo es incluso más difícil porque no existe un Estado europeo y hacerlo con planificaciones de los actuales estado-nación puede llevarnos a duplicidades que serían muy costosas y mucho más lentas de poner en práctica.
Hay que conseguir la independencia energética y, dado que no disponemos de combustibles fósiles y además creemos en la lucha contra el cambio climático eso solo puede hacerse con energías renovables. España debe usar su privilegiada geografía para poner en marcha la generación de electricidad con renovables, sea eólica o solar y también con la producción del hidrógeno verde como combustible para los transportes.
La independencia tecnológica hay que conseguirla mediante una planificación solidaria de infraestructuras por toda Europa, implantando factorías que no solo hagan productos terminados, sino que eviten la dependencia de los distintos componentes, una cadena es tan fuerte como lo sea el eslabón más débil.
Todas esas independencias jamás se podrán conseguir dejándolas al albur de los mercados, que son los intereses privados de las empresas, solo pueden conseguirse desde los estados o la unión de estados y para eso son necesarios los impuestos que tienen que ser progresivos, no solo por justicia social, también por eficacia, no se puede sacar mucho de donde no hay o hay poco.
Por otro lado, Europa si quiere mantener su isla de democracia y bienestar, debe ser rigurosa en el mantenimiento de todas sus políticas sociales, debe volver a generar clases medias que son las que dan estabilidad al sistema, debe tener Estados fuertes que garanticen servicios públicos de calidad, debe mantener y financiar sistemas públicos de I+D+i que generen riqueza y se reparta equitativamente para todos.
A la vista de las consecuencias que han tenido la falta de regulación y las estructuras estatales minúsculas que ha buscado y busca el neoliberalismo, ahora toca hacer justo lo contrario, estados fuertes capaces de planificar la economía pensando en el bienestar de todos y también para defendernos de las agresiones económicas y antidemocráticas que las autocracias y las oligocracias que se van extendiendo por el mundo. Europa debe seguir siendo el espacio de la libertad y no hay libertad sin justicia social y sin igualdad de oportunidades, no podemos permitir que se pierda talento por falta de medios.