Y sin embargo, se mueve

Sin duda, la posición inmovilista de la Iglesia Católica sobre el mundo homosexual es por todos bien conocida, hasta ahora. La llegada del Papa Francisco ha abierto sin duda, las ventanas y puertas del Vaticano a las necesidades y requisitos de una iglesia del siglo XXI.
 
En el avión de vuelta de Brasil, el propio Papa se refirió al supuesto «lobby gay» dentro de la iglesia, en los siguientes términos:
 
«¡Hay mucho que hablar sobre el lobby gay, pero yo nunca lo he visto en la tarjeta de identificación del Vaticano!». Un informe interno de la propia Santa Sede se filtró el año pasado, el conocido como el caso vatileaks.
 
 
«En un lobby no todos son buenos, pero si una persona es gay, busca al Señor y tiene buena voluntad, quién soy yo para juzgarla. El Catecismo de la Iglesia Católica explica y dice que no se deben marginar a esas personas y que deben ser integradas en la sociedad», y añadió, «Debemos ser mas hermanos, el problema es hacer el lobby, de esa tendencia, o de políticos, masones. Ese es el problema mas grande«.
 
Deja claro que el problema es el lobby gay, no en si el ser homosexual, declaraciones hechas en concordancia con lo que dicta el Magisterio de la Iglesia, que en el el punto 2358 del Catecismo afirma que los homosexuales «deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar».

 

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