Dicen que toda persona humana cuenta con cinco sentidos básicos y que solo a partir de los mismos podemos realizar la totalidad de actividades o retos que la vida nos ponga por delante. Hoy traemos un ejemplo de que no siempre hay que seguir a raja tabla la naturaleza.
En Montilla (Ciudad del Vino) se acaba de celebrar el Concurso Anual de Venencia y Destreza del Oficio afamada Fiesta de la Vendimia. Pues bien, en este marco encontramos a el sentido de la vista. A cualquiera de nosotros nos parecería incomprensible , evento que pone punto y final su Javier, un muchacho de 20 años que, por caprichos del destino, tiene privado participar en un concurso de venencia siendo invidente, no tiene sentido! … pues bien, Javier nos ha dado una lección magistral de que, si quieres, todo se puede conseguir.
Este apasionado de la música, cantante que ha participado con éxito en varios festivales de su localidad, grandísimo contador de chistes con un fenomenal sentido del humor y últimamente jugador de baloncesto, se puso hace tiempo un reto estrella que consistía en aprender el arte de venenciar.
Junto con Aurora, su profesora en la academia donde lleva meses preparándose, iniciaron un camino que llega a su primera meta en este “debut con picadores” que representa el concurso.
Llegado el día, radiante y resplandeciente, ahí estaba Javier, vestido de corto, con la planta de un torero y más flamenco que Camarón. Arropado por sus padres, hermanos y familiares, era el momento de que el presentador mencionara su nombre y le pidiera subir al escenario, no sin antes advertirnos a todos permanecer callados, puesto que Javier tenía que “escuchar el silencio”… y a fe que lo hizo.
El artista ya estaba en tablas, con su Aurora del brazo, notaba como su OLFATO le advertía que nuestro preciado “oro líquido” lo esperaba ansioso en el barril, deseando ser vertido desde el cielo, cubilete, hasta el fondo del catavino. Ya sujetando firme al TACTO el vástago de la venencia, cual estoque en faena suprema, entró a matar con decisión y sacó el vino necesario para terminar la maniobra.
El momento más importante lo afronta poniendo todo el OÍDO al servicio de la técnica, donde catavino y cubilete se deben rozar cual “brindis” y que su leve tintineo pueda susurrar a Javier el camino a seguir para que la cascada desemboque donde debe. Y así, dejando boquiabierto al personal y celebrando cual afición del Madrid un gol de Champions, llega el GUSTO de probar el éxito, de sentir ese catavino sonriendo complacido al disfrutar lo bien que ha sido llenado.
Todo esto no podría ser posible sin un quinto sentido que Javier tiene y que se compone de varias virtudes, como el VALOR de intentar subir una montaña que parecía inalcanzable, el ESFUERZO de poner todas las horas que hagan falta en practicar sin descanso y la CONSTANCIA de no desfallecer hasta conseguir el objetivo y sentir la recompensa del trabajo bien hecho.
Sin duda esta lección que nos da Javier, ha sido muy bien recibida por todos y nos enseña que va más allá de si ha sido perfecto de 10 o ninguna otra calificación de un jurado, esto es algo que tiene matrícula de honor en la vida y así debe ser recordado.
Él quiso participar sin privilegios, lo hizo en la categoría que le corresponde por edad, con todos los grandes de la provincia en frente, no le dio miedo nada ni tampoco esperaba vencerles, puesto que ya lo había hecho de antemano, ganándoles con el corazón y demostrando que merecía estar allí, con todos, uno más, venenciador de Montilla con letras de oro.
Tanto es así que robó el corazón de los presentes, que uno de los participantes llamado Paco Ojeda (si, como el torero) después de recibir el segundo premio y al dar su discurso de agradecimiento, tuvo uno de los gestos de reconocimientos más emotivos que se pueden presenciar hoy día y que ponía colofón a una mañana llena de emociones.
Este chaval, recordando sus comienzos y a la gente que siempre confió en su valía para el arte de venenciar, no dudó en hacer lo propio con Javier, mostrándole su apoyo, respeto y total admiración, cediéndole su trofeo. De verdad, un detalle de alta categoría que pone a este chaval en la cumbre y nos hace augurarle un magnífico futuro, como persona y profesional. Sin duda, con esta mentalidad llegará lejos. Javier y Paco, ya son amigos para toda la vida.
Para terminar y sin más ni más, de nuevo reconocer el tremendo merito que tiene este logro, agradecer el privilegio de disfrutar estos momentos, por supuesto darle a Javier la más sentida enhorabuena y que siga demostrando lo que vale, cumpliendo sueño tras sueño.
Nadie te podrá parar, eres un grande de la vida, ejemplo para todos, te queremos infinito. Gracias, Javier.
Jose Delgado