Tunas y grupos musicales sahumaron la montillana noche de la Virgen de la Aurora

La púa hizo sonar las cuerdas de la bandurria, los niños de la Asunción y la Juventud alzaron sus voces, la Centuria Romana Munda cambió la armadura y las trompetas por el traje y la guitarra, el violín animó las serenatas del Grupo Baita y las panderetas marcaron el ritmo de las diferentes tunas montillanas.

La noche de la Aurora es una de esas noches que menos se podrían definir como tal. Las luces no se apagan, nuestros vecinos salen a las calles en busca del cálido abrazo del ambiente montillano y, la música, lejos de ir debilitándose, se hace notar hasta altas horas de la madrugada.

Como cada año, el viernes comenzaron los actos que honran a nuestra Virgen de la Aurora. Tras la novena, los estudiantes de distintos colegios de nuestra localidad habían obsequiado a nuestra patrona con sus ofrendas florales y poesías. Después, fue La Unión la que marcó el paso del trono para que los fieles pudieran ver a la Aurora en las calles.

Tras la procesión, y después de las sopaipas y las castañas en el mercado de la Plaza de la Rosa, era el turno de la Noche de Serenatas. El arte musical de nuestra localidad salió a las calles para ofrecer sus cantares a su patrona y a sus vecinos.

Los acaramelados cantos de las diferentes tunas montillanas fueron precedidos por la armonía que transmiten los diversos coros infantiles y demás grupos independientes que, dentro de una tónica general, pueden presumir de una identidad propia.

Aunque, si alguna melodía es la protagonista de la Noche de Serenatas, es aquella que surge de la guitarra y el laúd, esa en la que resalta el puntilleo de la bandurria y que tiene traje determinado con capa incluida: la tuna.

Algunas de las tunas de nuestra localidad, como la de Antiguos Alumnos Salesianos, superan los 35 años de antigüedad y es innegable que son la banda sonora de una de las tradiciones más sentidas de Montilla.

Visitando su casa, el Colegio Salesiano de Montilla, y a su madre, María Auxiliadora, comenzaron los tunos de la agrupación de Antiguos Alumnos su ronda por las calles montillanas, esa que llevan esperando todo un año. “Hay gente que viene de Madrid, de Jerez o Sevilla nada más que para esta noche”, comentaba Rafa García, jefe de tuna.

La Parroquia de El Santo fue su segunda parada, donde ofrecieron todo un recital a la Virgen de la Aurora entre sus casi 30 integrantes. Una vez ofrecidos sus serenatas a la Virgen, fue el momento de recorrer las casas de amigos y familiares para ofrecerles, también a ellos, sus serenatas y, como manda la tradición, ser invitados a una copita de vino.

Lo que no me quedó muy claro viendo a los de las becas azules es si son un grupo de amigos que cantan y tocan extraordinariamente o son un grupo de excepcionales músicos que han tenido la suerte de hacerse íntimos, porque, como dice Rafa, van “todos a una”. Lo que sí sé con seguridad es que disfrutaron de la noche más que cualquiera y que su melodía no se apagó hasta altas horas de la madrugada.

Así envolvió la música y la tradición la noche del sábado a nuestra localidad y, si bien la parroquia de San Francisco Solano fue el epicentro, ningún rincón de Montilla se quedó sin escuchar las serenatas y cantares montillanos. ¡Viva la Virgen de la Aurora!

Paco Cobos

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