No pensaba escribir más. No esta semana. Ya había escrito mi crónica política. Para qué más. Pero entonces, llegó a mis manos una de esas entradas perdidas sin dueño que pueden desvanecerse en el olvido, a no ser que alguien la recoja. Y yo la recogí. Era una entrada para ver a Siempre Así en Ventas.

Fue entonces cuando, en el ruedo de los mejores toros y toreros, se cantó, se bailó y se disfrutó. Un grupo de amigos cercanos a los 60 se pasaron el juego. Se hicieron con todos nosotros: jóvenes, mayores, padres, hijos, andaluces o madrileños. Salieron como el que va a la oficina. A ese lugar de trabajo al que llevas yendo durante 30 años. Y volvieron a hacer su trabajo como el abogado que redacta demandas o el periodista que busca exclusivas. El resultado fue patente: lo bordaron.

Consiguieron esa comunión entre público y grupo que solo consiguen las personas normales que cantan bien. La sensación fue que cualquiera podríamos haber estado en el escenario con ellos, cantando los temas con los que te atreves un día de perol y campo cuando llevas un par de copas.

Puede incluso que esa conexión fuese más fuerte con nosotros, los más jóvenes. No porque canten con voces angelicales, con arte, que también. Sino porque puede que nos recuerden a nuestros padres. Disfrutones de los sesenta. Juraría que Siempre Así son el grupo de mis padres, con algo más de arte si es que hay que ponerle alguna pega a la comparación.

Esos que dicen que se van pero acaban cantando la última. O las últimas. Los que, cuando ya hay que irse obligatoriamente, se van entre palmas y olés y dejan un rastro de alegría, una manera de disfrutar la vida. Nuestra manera, la de la gente que echa lazos los sábados noche, que confía en sus amigos amparándose en la cantidad de experiencias vividas juntos y en las que casi siempre hay unas palmas de por medio.

Esa manera de disfrutar, cantar, beber, sonreír, querer. Esos son los valores que transmite Siempre Así. Aquellos que compartimos y nos liberan en el noble arte del amor para con aquellos a los que no les expresamos nuestro cariño en el día a día.

Una manera que se encarna en ese amigo que, si no tiene el cajón a mano, la lía con un servilletero y pone el bar de patas arriba. En la paella dominical de tu padre, en los perfectos movimientos de tu madre al bailar sevillanas, en las miradas cómplices, en la reveladora voz de esa mujer que te deja con la boca abierta al cantar como los ángeles.

Nos gustáis porque nos recordáis a nuestros padres, y a nosotros. Nos recordáis a nosotros mismos cuando nos acerquemos a los sesenta. Porque si algo queremos ser, o seguir siendo, es como lo son nuestros referentes.

Sois grandes. Seguid, Siempre Así.

Paco Cobos Periodista

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2 comentarios en «Siempre así»

  1. Gran grupo Siempre Así, la pena que se están perdiendo estos grupos de amigos, de familias y de amistades por culpa de unos impresentables que se presentan a ingobernar y a separar el pueblo.

  2. Paco escribe también cosas como estas que nos emocionan y nos hace recordar tantas cosas vividas y sigue siempre siendo así.

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