O más bien se nos va entre las manos, cual arena entre los dedos, habrán pensado los Mossos d’Esquadra, siempre he pensado que vaya nombrecito para un cuerpo policial. Y es que el molt honorable Puigdemont, la norma establece que puede seguir usando el título, vino, vio y venció, porque hizo su paripé y se volvió a Waterloo libre como pajarillo en la campiña (no hubo quien le pusiera la costilla).
Y este es el último capítulo, por ahora, de la dinámica que está cogiendo este país, me refiero a España no nos liemos.
Antes de este hemos tenido uno, no tan espectacular pero que desde un punto de vista criminológico es terrible, me refiero a la sentencia del Tribunal Constitucional que ha anulado las diferentes sentencias del caso ERE, contra los condenados (miembros del gobierno andaluz y altos cargos) por entender que se han vulnerado derechos fundamentales. El problema está en que al leer la sentencia uno se da cuenta de que a su vez se vulnera la libertad de interpretación de los magistrados que las emitieron, un sindiós vamos.
Pero no acaba ahí porque en realidad todo esto comienza con la modificación de los delitos de malversación y sedición (entre otros) y la promulgación de la Ley de Amnistía, todos ellos beneficiando a la clase política.
Como de los temas políticos de ocupa Paco Cobos no les doy más la tabarra con los mandatarios patrios pero sí que les voy a hablar “de lo mío”.
Y lo mío es la criminología, y esta ciencia tiene dos conceptos base que hay que aplicar en este caso. La prevención especial del delito, aquella que se le aplica a la persona que ha cometido un hecho delictivo y que consiste básicamente en un castigo. Se supone, que a través del castigo, se previene que el malhechor vuelva a cometer más delitos, se previene la reincidencia.
Vayamos a la que quiero explicar hoy, la PREVENCIÓN GENERAL, la que se aplica de forma genérica a toda la ciudadanía mediante las leyes y lo que se percibe que le ocurre a otras personas cuando cometen un delito. Y aquí la estamos cagando a base de bien, y mucho.
¿Qué está pensando cualquier choricillo del tres al cuarto que cometa delitos habitualmente? Pues quizás aquello que gritaba el Alcalde de Jerez, Pedro Pacheco, “¡la Justicia es un cachondeo¡”.
Y no, no es un cachondeo, es una cosa muy seria, regula la convivencia entre los más de 47 millones de personas, a veces muy hijos de la gran puta, que habitamos España y si se percibe como poco efectiva simplemente elimina la PREVENCIÓN GENERAL.
Alguno pensará que a él no le afecta todo esto, es cosa de los demás, no amigo no, esto le afecta porque cuando la Justicia se percibe como injusta las personas comienzan a tomarse la justicia por su mano y llega la anarquía. Suele durar poco, seguidamente llega alguien que la arregla con “su Justicia”, basta con acercarse a los libros de historia. Ya se lo dije un día “la moda siempre vuelve”.