En cuestión de unos días hemos guardado el costal y el sudario para pedir la tapa de caracoles y sentarnos al sol, rebujito en mano, a expensas de que comience la vorágine de eventos que nos acechan a la vuelta de la esquina.
La cata del vino, los patios, las cruces, exámenes finales, ferias varias y pum, te topas con los cuarenta grados y otro verano al que darle forma entre viajes y cursos extraescolares.
Y es que nos encontramos en la antesala de un mayo cordobés al que, como si hubiera poca
actividad en nuestra tierra en dicho mes, hay que sumarle un particular activo, las elecciones
municipales más determinantes de este siglo y no solo a nivel local, sino a nivel nacional. O eso diría yo, alguien al que tampoco le sostiene un bagaje histórico determinante, al menos por experiencia.
El calendario manda y apenas mes y medio antes de las elecciones comienza una intensa
precampaña marcada por un pistoletazo de salida, el fin de la Semana Santa. Precampaña en la que, a la par que la actividad positiva, aumentan los escándalos.
No pensaba hablar de este tema, pero ya que surge el asunto, las aguas se han vuelto algo
turbulentas en nuestra localidad vecina de Montemayor.
A pesar de que son alrededor de 1.300 soldados romanos los que se personarán en Montilla a ritmo de tambores y cornetas gracias a la iniciativa de nuestra Centuria Romana Munda, parece ser que fue la Guardia Civil la que se presentó en casa del alcalde de Montemayor a ponerle las esposas por presunta violencia machista. O eso informa Izquierda Unida, formación a la que pertenecía el actual primer edil de la ciudad.
Sin embargo, él tiene una versión de los hechos tan distinta que ha decidido presentarse bajo un partido independiente llamado Contigo Montemayor.
Parece ser que alguien le acusó de algún delito relativo a la violencia de género. No obstante, el caso quedó sobreseído, según las informaciones que han salido a la luz. A pesar de ello, IU ya había decido apartar al alcalde. La duda está en si la formación ya había advertido alguna actitud moralmente reprochable en él.
Tremenda dicotomía a la que se enfrentan nuestros vecinos de Montemayor, sobre todo los
votantes progresistas. Los que hace cuatro años votaron la flamante mayoría absoluta de
Izquierda Unida, tendrán que decidir si, o bien el primer edil es un hombre íntegro al que se la ha jugado su partido, o si es IU el que ha hecho bien apartando a alguien acusado de un cargo que ha quedado sobreseído.
No me quisiera ver en su lugar ya que, como asegura la sabiduría popular, el tiempo pone a cada uno en su sitio y me temo que ese tiempo no se cumplirá en algunos meses, para cuando ya será demasiado tarde y tu cuñado te pueda afrentar con el clásico te lo dije.
Si electorado ajusticia a un alcalde que resulta ser una gran persona lo lamentarán cuando ya
haya llovido demasiado para solventarlo. Por otra parte, más lo sentirán si es al contrario y no se castiga a un personaje político carente de ética personal.
Claro que siempre tendrán la posibilidad de votar a un PSOE al que, ni este humilde columnista ni internet le conocen candidato, u optar por lo menos explorado en tierras montemayorenses: escuchar las propuestas de un candidato que no se presente bajo las siglas de un partido presumiblemente de izquierdas, como lo es Pepe Casas.
En Montilla todavía hay turno para los que todavía no han metido la pata, lo que vulgarmente se conoce como cagarla que, aunque no quede bonito escribirlo, es la palabra que más define la situación. Por mi parte, intentaré trasladarles lo que, a mi parecer, sean las cagadas y aciertos de nuestros candidatos durante el inminente proceso electoral.
