He pinchado. Bueno, hemos. Es más, ha sido un reventón de la rueda trasera izquierda que en apenas 30 segundos ya olía a goma quemada, a cadáver de hule abrasado por las altas temperaturas que emana el asfalto de la autovía A-52 a la altura de Benavente en pleno mes de agosto.
Así nos quedamos plantados en Zamora a expensas de que un mecánico, bajito y flaco, pero aparentemente robusto, y de cierta edad, nos arreglara muy amablemente nuestro neumático reventado. Allí, a la espera de que trajesen del almacén la rueda que posteriormente soportaría la parte trasera izquierda de nuestro coche, me dio por pensar en que no he sido el único que ha pinchado este verano.
Íbamos camino a Galicia. Tierra de otro de los protagonistas de uno de los pinchazos de la temporada de chiringuito y playa. Los medios lo llamaron gatillazo, pero pinchazo también me suena bien para una penosa piedra en el camino del que tiene unas expectativas muy altas, como las de me viaje a Galicia. Feijóo se presentará a una investidura, supuestamente, sin los avales necesarios. Imagino que apelará al sentido de Estado de los partidos independentistas, es decir a la nada, para intentar emplazarse en Moncloa. En fin, que el gallego parece pretender arreglar un pinchazo con un chicle de fresa de esos que vienen dentro del Chupa Chups. Complicada tarea.
Otro pinchazo y por un motivo más espinoso está intentando arreglar el presidente resiliente de la Federación Española de Fútbol, Luis -un piquito- Rubiales. A estas alturas, no me cabe la menor duda de que Rubiales es el Pedro Sánchez del fútbol. Un deportista con alma de político populista que sabe muy bien cómo resistir a los numerosos escándalos que sus tejemanejes van destapando poco a poco. Aunque este descaro es algo más peliagudo, pues en la sociedad de hoy en día es más fácil salir indemne con imagen de corrupto que de machista.
Aún así, siendo complejo salir intacto de su “piquito” a Jennifer Hermoso y su desvergonzado, casposo y descarado comportamiento en el palco, habiéndose puesto en contra al mundo del fútbol, Rubiales ha sacado los tanques a ritmo de “no voy a dimitir” y se ha victimizado apoyándose en un sector concreto de la población en contra de la “dictadura feminista”. Es curioso que aquellos que más critican a Sánchez por mantener el poder cueste lo que cueste sean los mismos que admiren o respeten los “huevos” de Rubiales en su lucha contra Belarra, Montero y compañía.
Pero ya se sabe que para seguir rodando cuando has pinchado, aunque sea para prolongar una huida hacia delante con poco recorrido, lo mejor es inflar la rueda. Y no hay nada que hinche más que el populismo.