La circulación imprudente sale caro

Debido a la pandemia sanitaria que llevamos sufriendo desde hace ya más de un año, los accidentes de circulación han caído hasta límites insospechados en otras circunstancias.

La Dirección General de Tráfico (DGT) contabilizó en 2020, 797 accidentes mortales con 870 personas fallecidas, la cifra más baja desde que hay registros. Esto supone un descenso del 21% respecto a los datos del año 2019 y de casi el 50% respecto a 2010.

Con motivo de la vuelta a la “nueva normalidad”, tras la derogación del estado de alarma, se han reanudado los desplazamientos, volviendo con ellos los inevitables accidentes. Sólo en el fin de semana del 14 al 16 de mayo se incrementó la circulación en un 53%, datos de la DGT, quiero en este artículo poner de manifiesto una cuestión relacionada con el tráfico que debemos tener muy en cuenta.

Muchos de los casi 800 accidentes del año 2020 se produjeron por imprudencias al volante por lo que, al trágico saldo de vidas sesgadas hay que sumarle la cuita que supone para los autores de estas imprudencias el verse inmersos en un proceso penal que puede acabar con los mismos en la cárcel. Basta con ver las penas que establece el Código Penal para el homicidio imprudente, con pena de prisión de entre uno y cuatro años.

Aunque la conciencia popular cree que a nadie le va a pasar, el haber sido responsable de un accidente, en el que se produce un resultado lesivo (muerte o heridas graves) puede dar lugar a que se termine en prisión por un largo periodo de tiempo, es por ello por lo que vamos a hacer un recorrido por las imprudencias más comunes al volante.

La primera imprudencia que podemos poner sobre la mesa es la de no respetar la distancia de seguridad que nos puede llevar a ser responsables de una colisión por alcance. En las vías urbanas la repercusión lesiva más recurrente suele ser el conocido como “latigazo cervical”, aunque también cabe la posibilidad de quemaduras con motivo del accionamiento del airbag. Quiero recordar que la distancia mínima de seguridad que hay que respetar cuando circulamos es la suficiente para detener el vehículo sin colisionar con el que nos precede.

Relacionada con la anterior tenemos los excesos de velocidad, otra causa que dan lugar a la imprudencia. No debemos olvidar que en vía urbana hay una nueva regulación, que supone la bajada de velocidad genérica hasta los 20 km/h y que entró en vigor el pasado 11 de mayo.

Generalmente el no respetar la preferencia de paso (señales de stop, ceda el paso, semáforos en fase roja), es una de las causas más comunes de imprudencia. Aunque estemos circulando en una vía con poco tráfico se hace obligatorio respetarlas para evitar accidentes.

Mención a parte merecen las imprudencias cometidas por consumo de alcohol o drogas del conductor. Suele ser causa de innumerables accidentes y con resultados lesivos muy graves. Debido a la pandemia los controles de tráfico realizados han arrojado unas cifras muy bajas, con respecto a años anteriores.

El consumo de alcohol, y de algunos tipos de drogas, dan lugar a una disminución en la percepción de los indicadores del tráfico, así como llevan al conocido como “efecto túnel” que hace perdernos todo lo que ocurre en nuestros ángulos de visión. Por el contrario otros tipos de drogas nos llevan a conducir de forma eufórica y desenfrenada, lo que aún es más peligroso si cabe. De esta forma la legislación ha sufrido diferentes reformas para ir castigando más severamente estas conductas, pero aun así y todo, no son pocos los conductores cazados durante lo que va de año.

Otro tipo de imprudencia muy relevante, sobre todo en vías urbanas, son las distracciones, la más usual el uso del móvil. Recientemente se ha iniciado un cambio legislativo a fin de castigar de forma más contundente, elevando la detracción de puntos, esta nefasta conducta. Hay estudios que revelan que incluso la utilización del manos libres lleva a que se produzca una distracción igual a la que ocurre cuando usamos el terminal tal cual.

Muchas personas me preguntan del porqué de las imprudencias, cómo puede ser que conductores realicen acciones ilegales que pueda poner en peligro su vida y la de los demás.

Una explicación criminológica la encontramos en la teoría de la ELECCIÓN RACIONAL, desarrollada por Cornish y Clarke (1986). Estos autores establecen que el infractor realiza la acción desviada en virtud de sopesar la ratio coste/beneficio de su acción. De este modo, cuando conducimos, calculamos que coste nos puede suponer que nos denuncien por correr más de lo establecido, con el beneficio de llegar antes a nuestro destino, por ejemplo. Tristemente la mayoría sopesan el coste económico que supone la sanción por alta velocidad, pero no los costes asociados a un posible accidente por esa alta velocidad.

Como conclusión a este articulo debemos hacer hincapié en la obligatoriedad de respetar las normas al volante y de poner toda la precaución posible cuando conducimos, de esta forma nos evitaremos el tener que pasar el mal trago de plantarnos ante un juez para que decida sobre nuestra vida, y que no trunquemos la existencia de nadie.

ose Salvador Lao López Asesor criminólogo

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