Decía Heráclito de Éfeso, conocido por sus contemporáneos como Heráclito “el oscuro” por su tendencia a la melancolía y la tristeza, que todo cambia y por lo tanto nada permanece, de este modo la vejez se hace consustancial a la vida y es inevitable el paso del tiempo que nos lleva inexorablemente a la muerte. Pero mientras llega ese, esperemos, lejano día es necesario que la vida discurra con tranquilidad y sosiego, y a poder ser, de la forma más lisonjera posible.

El pasado día 15 de junio se celebró el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato a la Vejez, y aunque parezca una cuestión baladí, hay que tener en cuenta que según la proyección del INE (2018-2068), en 2068 en España podría haber más de 14 millones de personas mayores (+ 65 años), 29,4% del total de una población que alcanzaría los 48.531.614 habitantes. Durante las décadas de los 30 y 40 se registrarían los mayores incrementos, con la llegada de las voluminosas cohortes nacidas durante el baby boom.1

En poco menos de 50 años, un tercio de la población española será mayor de 65 años, sociológicamente algo muy destacable. Desde una perspectiva criminológica esta cuestión se hace primordial, teniendo en cuenta que las personas mayores son más susceptibles de ser víctimas, sobre todo de delitos relacionados con la violencia, incluso la intrafamiliar, y contra el patrimonio, estafas, extorsiones, hurtos y robos.

El Dr. Osuna Carrillo de Albornoz, enumera una serie de factores de riesgo dentro de la victimología de este tipo de personas, de esta forma los divide en factores individuales y factores familiares.

Los factores individuales vienen determinados por el deterioro funcional de la persona, es común la alteración de sus funciones cognitivas, se puede producir un aislamiento social que determina más si cabe la situación de posible víctima, el lobo siempre busca a la oveja solitaria. Otra cuestión de relevancia a tener en cuenta son las características del cuidador, ya sea familiar o profesional.

Los factores familiares estarán relacionados con la convivencia, o no, de la persona mayor con su entorno. Un trato estrecho, que da lugar a roces, será más proclive a que la persona mayor pueda resultar víctima de alguna forma. Por otro lado, la no presencia de entorno cercano puede determinar que la persona mayor sea “presa fácil” para determinados individuos.

Como todo en la vida, no hay una solución fácil para desarrollar una prevención eficaz ante la eventualidad de que una persona mayor pueda ser víctima de un delito.

Recientemente se ha promulgado la Ley Orgánica 8/2021, de 4 de junio, de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia, que si bien nace con la intención de proteger a las personas menores, ha previsto cambios legislativos en el Código Penal vigente que se pueden llegar a aplicar también en los casos de personas mayores.

El más destacado de estos cambios, en el caso que nos ocupa, lo tenemos en la agravante genérica operada en el artículo 22.4ª CP que ha incluido la EDAD como una causa de discriminación. De esta forma si el delito cometido contra una persona de edad avanzada, se ha producido porque hay un sentimiento de odio hacia este tipo de personas, la pena será aplicada en su mitad superior.

En los delitos contra el patrimonio se estableció hace ya algún tiempo la agravante específica de realizar el delito abusando de las circunstancias personales de la víctima.

Llevada la prevención a un plano más práctico, podemos realizar ciertas acciones que pueden evitar que nuestras personas mayores sean víctimas de delitos, por ejemplo:

  1. Evite que la persona mayor este mucho tiempo sola en su domicilio, haga visitas recurrentes.
  2. En el caso de que la persona mayor tenga que desplazarse, es conveniente que sea acompañada, más aún si tiene problemas de movilidad, aunque sean leves.
  3. Procure que la persona mayor no haga ostentación de bienes, evite que salga a la calle con joyas de valor, o que muestre dinero en efectivo. Acompáñelo siempre cuando vaya a realizar alguna gestión bancaria.
  4. Interésese por las personas con las que se relaciona, sobre todo nuevos sujetos que aparecen en la vida de la persona mayor y que hacen visitas al domicilio sin motivo aparente.
  5. Para evitar estafas telefónicas, impida la recepción de llamadas por este medio, actúe de filtro. En los casos de personas que viven solas, establezca un horario de llamadas para los familiares.
  6. Son comunes las estafas por visitas de supuestos técnicos. Sea usted el que concierta la visita y asegúrese de que se realiza el día y a la hora convenida, este presente si es preciso.
  7. Sea cuidadoso a la hora de seleccionar a posibles cuidadores de la persona mayor. Acudir a servicios profesionales, públicos o privados, siempre es una buena opción.
  8. Con motivo de ciertas enfermedades cognitivas degenerativas, se hace común la agresividad en estas personas. Evite los conflictos físicos y tenga paciencia, en la mayoría de los casos estos actos agresivos vienen dados por la incomprensión de lo que está sucediendo.
  9. Explique a las personas menores de la familia la situación que conlleva tener una persona de avanzada edad en casa y si sufre alguna enfermedad que pueda llevar a la agresividad instruya en la no respuesta a la misma.

Este es un breve catálogo de cosas que podemos hacer para evitar que nuestros mayores sufran algún delito, tengamos en cuenta que ser víctima es una situación muy estresante, más aún en personas de edad avanzada y puede originar alguna secuela psíquica.

Como siempre digo, la mejor prevención viene dada por el sentido común, estoy seguro de que los consejos anteriores ya han sido puestos en práctica por muchos de los que leen este artículo, pero nunca está de más recordarlos.

Por último, pero no por ello menos importante, no dude en buscar consejo profesional, bien en Servicios Sociales, bien en estamentos policiales, en caso de que crea que algún familiar mayor está sufriendo, o ha sufrido, algún tipo de situación delictiva.

Salvador Lao

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