¿Recuerdas cuando el dinero era tuyo de verdad? Cuando guardabas unos billetes en casa y nadie podía saber en qué los gastabas, ni cuándo, ni por qué. Aquello —parece— tiene fecha de caducidad.
El Banco Central Europeo ha decidido dar el siguiente paso hacia el euro digital, una moneda que ya no vivirá en tu bolsillo, sino en un servidor controlado por las instituciones, es decir, un sitio que no será tangible para ti, no tendrás acceso físico a él por ningún medio.
¿Y qué tiene de malo?, dirán algunos. “Será más cómodo, más moderno, más seguro”. ¿Seguro…? ¿para quién? Porque si cada pago, cada compra, cada movimiento queda registrado, ¿ dónde queda tu libertad económica?
¿De verdad crees que un sistema que puede rastrear cada euro no acabará usándose, como ellos lo llaman, para “vigilar comportamientos sospechosos”?
Hoy te dicen que no será obligatorio, que coexistirá con el efectivo. Pero dime, ¿ cuánto durará eso si el Estado ya limita los pagos en metálico a 1.000 euros y amenaza con sancionarte con un 25% si los excedes? ¿Cuánto tardarán en decirte que usar efectivo “no es sostenible”, “no es transparente”, “es contra la lucha del fraude” o —la palabra mágica— “no es seguro”?
El efectivo es libertad. No tiene intermediarios, no caduca, no pide permiso para ser usado. En cambio, el euro digital será dinero “programable”: podrán limitar cuánto puedes tener, cuándo puedes gastarlo e incluso en qué. ¿Y si mañana el Gobierno decide restringir ciertos gastos “por tu bien”? ¿Y si tus fondos se bloquean por un “error” en un algoritmo antifraude?
Imagina una comprobación de Hacienda dentro de unos años. Ya no necesitarán pedirte extractos bancarios: lo sabrán todo. Cada pago, cada transferencia, cada consumo. ¿Qué defensa tendrás entonces? Si hoy cuesta discutir una sanción injusta, ¿cómo rebatirás un sistema que lo sabe todo de ti?
Nos venden el euro digital como innovación, pero en realidad es el último clavo en el ataúd de la libertad económica. No se trata de progreso tecnológico, sino de control financiero. De pasar de ciudadanos a sujetos trazables, monitorizados, predecibles.
Así que la próxima vez que te digan que el efectivo “ya no hace falta”, pregúntate: ¿realmente quieren tu comodidad o quieren tu control?
Muy de acuerdo. Tal vez sea el momento entonces de inventarnos transacciones que ni requieran de dinero.
Bitcoines y Moneros