Cientos de niños y familiares se lanzaron anoche para revivir una de sus tradiciones más queridas y singulares como es la ruta nocturna de faroles de melón, una costumbre popular que sigue transmitiéndose de generación en generación.

La tarde montillana fue un hervidero en cada casa de cada uno de los participantes , ya que estos melones no se compran en Amazon ni en el chino, hay que hacerlos, momento ideal para que toda la familia se reúna para la elaboración de los mismos, preservando un legado que forma parte de la identidad montillana.

La tradición consiste en vaciar los melones, tallar en su cáscara formas y dibujos, y colocar en su interior una vela que, al encenderse, convierte al fruto en un farol luminoso. Con alambres o cuerdas, los más pequeños los portan en pasacalles y encuentros festivos, llenando de luz y color la noche de la Fiesta de la Vendimia.

Más allá de lo lúdico, este ritual tiene un profundo valor cultural y simbólico, pues representa la luz que ilumina la oscuridad y refuerza el vínculo entre la fiesta, la comunidad y los frutos de temporada.

Con los faroles de melón, Montilla vuelve a iluminar sus calles y a recordar que las tradiciones más sencillas son, muchas veces, las que más perduran en la memoria colectiva.

Un comentario en «Montilla mantiene viva la tradición de los faroles de melón»
  1. No he visto ningún representante del equipo de gobierno municipal, ha se me había pasado, es que estaban haciéndole la pelota a «MOPONGO».

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