Para que el proceso de enseñanza-aprendizaje sea una garantía de éxito es necesario, según mi experiencia, tener en cuenta esta otra reflexión dedicada como siempre a la ingente labor que supone ser maestro y más en los tiempos que corren.
Podremos trabajar para que podamos resolver las situaciones desarrollando el nivel cognitivo, teniendo en cuenta otros elementos esenciales como son: el nivel emocional, valores y habilidades sociales.
Como forma de reflexión sería muy conveniente pensar en estas ideas que pueden servir para un desarrollo más equilibrado de nuestro alumnado y del nuestro propio como docentes y personas.
Cuando analizamos cualquier situación, es necesario saber la causa del problema. Normalmente trasladamos el origen del problema a otros: mi maestro, mi compañero, mi padre, mi mujer… haciendo un diagnóstico, cuanto menos, incompleto. Trabajar esta habilidad para realizar un diagnóstico real y adecuado es una de las tareas. Esto significa que nos falta habilidad para diagnosticar correctamente los problemas interpersonales. Por tanto, la base para un buen pensamiento casual es tener una buena información y para ello es necesario trabajar esta forma de pensar.

Normalmente, la respuesta ante una situación, a veces se le da una solución rápida y probablemente, no acertada. No estamos educados para utilizar alternativas. Raramente se plantean distintas soluciones o alternativas, ante un problema. La solución se decide de forma rápida y en bastantes ocasiones, eficaces, pero no justas. En vez de embestir para buscar una solución rápida, que suele ser agresiva, hay que pensar en las posibles alternativas.
Normalmente quienes embisten y solucionan los problemas de esta forma, les falta este pensamiento alternativo. Para ejercitar este tipo de pensamiento es necesario haber trabajado el anterior pensamiento donde se trataba de buscar las causas de la situación.
Otro tipo de pensamiento a trabajar, es pensar en las consecuencias que se derivan de tomar una decisión u otra ya que es la capacidad de prever las posibles consecuencias de una decisión, de un acto, de un dicho, propio o ajeno. Es necesario trabajar este pensamiento para prever las consecuencias y asumirlas sin que produzcan un efecto de desequilibrio, ni en exceso ni una caída.
Tener perspectivas es un pensamiento que hay que trabajar igualmente y que nosotros llamamos empatía, es decir, ponernos en el lugar del otro para entender los motivos de su actuación. De esa forma trabajamos el no egocentrismo y no dejarnos llevar de nuestra propia visión de las cosas. Ello conlleva a analizar siempre desde mi punto de vista y no desde el posible punto de vista del otro.
Pensar en los medios para resolver los conflictos es otro pensamiento a educar para que el final sea lo más justo posible. Este pensamiento es igualmente necesario trabajar con el fin de precisar mejor los objetivos y saber seleccionar los mejores medios para conseguirlos.
Quienes no tienen este tipo de pensamiento, actúa a bandazos, se pierde y se amarga porque se frustra. D. Manuel Segura, Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación, nos alienta en esta tarea.
Contactar con los gustos, necesidades, expectativas…de nuestro alumnado supone aumentar la complicidad, más allá de los aspectos curriculares, que, por cierto, se aprenden igualmente dependiendo del entusiasmo de quienes los trasmiten. Normalmente el que trasmite, lo vive y si lo vive, emociona.
En definitiva, se trata de practicar estos tipos de pensamiento. Nos ayudarán a hacer de ellos
y de nosotros personas bien ancladas en los cuatro aspectos fundamentales que dan estabilidad a la persona y que fue el objetivo del artículo anterior: Trabajar el nivel cognitivo, trabajar el nivel emocional, trabajar el nivel de habilidades sociales y trabajar el nivel de valores. Promover y trabajar la atención, saber escuchar, facilita en mucho esta labor, como he referido en artículos anteriores.
Sin duda que, avanzando en esta línea de trabajo, contribuimos de forma significativa al equilibrio de nuestro alumnado, al nuestro propio y a la estabilidad del espacio en el que nos movemos.
Por ello dejo esta reflexión en favor de quienes tenemos la responsabilidad de estar en las Escuelas y de los que vienen a continuación y cuya tarea, aunque distinta en función de las nuevas necesidades, no deben perder de vista estos aspectos, antes reseñados.
Formarse es ir modificando algunas de las perspectivas desarrolladas a lo largo del tiempo y que, en los tiempos que corren, necesitan de otros objetivos, procedimientos y estrategias.
Estos, están establecidos en un marco general y que se va derivando a los distintos países.
Los mismos los adecúan y los desarrollan en función de sus necesidades. De ahí se derivan las Leyes Educativas. Nos vamos familiarizando con las competencias clave, los descriptores operativos, las competencias específicas, las situaciones de aprendizaje y la evaluación correspondiente de los criterios de evaluación…entre otros…el qué, el cómo y el para qué de cada objetivo.
Esto es otra perspectiva y por aquí “van las directrices”. ¡Que cada cual saque sus conclusiones! Yo enseñé de otra forma y también salieron buenos médicos, abogados, mecánicos, enfermeros… Lo de antes también servía en las condiciones establecidas…posiblemente ahora hay que adecuarse a las circunstancias…y por prudencia y justicia, no menospreciar la experiencia y el esfuerzo de tantos y tantos a lo largo del tiempo.
Por eso, por el mar no corren las liebres y por el monte las sardinas. A ser maestro se aprende
a través de la experiencia, del creer, del querer, del saber y del poder. Por ello, muchos que se
aventuran a opinar, deberían primero saber que ser maestro no es un juego, es un arte.
Este artículo va dedicado expresamente a todos los que siguen en la brecha, ahora que voy a
entrar en otra fase de mi vida, dando ese ánimo que se necesita para ir cada día con ilusión a trabajar y dar una respuesta equilibrada a cada situación que se presenta y a todos los docentes que han dado su vida a la Escuela.
¡Siempre Adelante! ¡Quien la lleva, la entiende!
