Queda prohibido evangelizar


Nuestros amigos María Diéguez Fernández y Kiko Fernández nos traen esta visión del Marruecos de hoy en la que ante la falta de libertad religiosa hace imposible evangelizar.

No podemos evangelizar”. Concretamente, está prohibido según el artículo 220 del Código Penal marroquí que condena desde seis meses hasta tres años a quién “emplee cualquier medio de seducción para quebrantar la fe de un musulmán o tratar de convertirlo a otra religión”, incluidos también los musulmanes que decidieron convertirse.

Según el Ministerio de Exteriores español: en cuestión de religión, en el Reino de Marruecos, el 99,4 por ciento son musulmanes mientras que tan solo un 0,4 son cristianos. En contraste a este dato, el Departamento de Estado de Estados Unidos cifró hace unos años que en el país musulmán, existían hasta 8.000 cristianos conversos (una cifra imposible de verificar porque procesan su credo a escondidas).

Así, hay una comunidad cristiana bastante reducida, observada y en ocasiones, perseguida. Por tanto, los religiosos tuvieron que dejar de lado su labor evangelizadora por el peligro que conlleva la tarea y han desarrollado una labor social, sobre todo en el norte del país por su antigua relación con España como protectorado.

Resulta curiosa que aún existan en pie muchas Iglesias y Catedrales en estas zonas, reflejo de la historia y el paso español por el norte de Marruecos desde 1912 hasta 1956.

Una de ellas es Alhucemas donde se desempeñan distintas labores que ayudan al desarrollo social de la zona. Una labor muy necesaria tras el terremoto que azotó el Rift en 2004 con una magnitud de 6,4 que arrasó con construcciones e incluso causó la muerte de centenares de personas, unas 447 según la agencia de noticias marroquí Magreb Arab Press. Hecho que aún recuerdan los que lo vivieron porque “sigue afectando a algunas personas, sobre todo del campo, que perdieron sus casas”, recuerdan esas personas.

La casa de todos

Por otro lado, también es significativa la realidad que viven las personas con discapacidad, quiénes están apartados y escondidos porque en la cultura marroquí los consideran una vergüenza, y por tanto los tienen en alguna habitación de la casa y no salen a la calle.

Existen algunos centros pero “el primer paso es que las familias los conozcan”, alguno que otro lleva abierto unos cinco años. Actualmente hay un total de 40 niños, 10 de ellos niñas que estaban separadas del resto porque en la educación marroquí ambos sexos están diferenciados en las aulas.

Según datos facilitados se calcula que hay unas 800 personas con discapacidad, sobre todo con autismo y síndrome de down, en la ciudad de Alhucemas y alrededores.

Algunos de los centros cuentan con un horario muy extenso de lunes a sábado, de 8.00 horas de la mañana a más o menos las 17.00 de la tarde, aunque siempre esperan a que los familiares recojan al último niño.

Allí desayunan, comen y meriendan y reciben clases de manualidades o pintura. Uno de los talleres que consideran bastante importante los
monitores desarrolla el aprendizaje de cómo lavarse los dientes o vestirse.

Tienen que aprender a ser autónomos e independientes”. Asimismo se llevan cada mañana a uno o dos chicos hasta la playa para darse un chapuzón y volver a retomar las obligaciones del día.

Mientras tanto, entre los españoles y europeos que viven en la zona, como los profesores que imparten sus materias en el Colegio Español de Alhucemas o el grupo de subsaharianos que estudian y trabajan en la ciudad, quiénes actualmente conforman el grueso de la comunidad cristiana, sí están libres de poder ir a misa y profesar su fe.

Otra de las ciudades con una tradición cristiana es Tánger. Allí los religiosos se han enfocado en tratar con inmigrantes. Cada vez hay más personas del sur de África que suben por el continente para intentar cruzar la frontera a través de la valla o por patera.

En los último años, cada vez hay más y por tanto, les intenta ayudar a estas personas a buscar piso y un hogar y también a crear sus propios negocios.

Según Inmaculada Gala, delegada de Migraciones en Tánger, este tipo de personas se dividen en tres grupos según la fase del salto que estén viviendo:

  1. El primer grupo son los que acaban de llegar al norte de Marruecos y están deseando ahorrar para pagarse el pasaje al salto o la patera y hacerlo lo antes posible
  2. los de la segunda categoría ya lo han intentado y saben lo difícil qué es, por eso mismo, prefieren tomárselo con calma y vivir en mejores condiciones (buscarse un techo y comer diariamente)
  3. los de la tercera fase son quiénes han visto la muerte cerca, ya sea de un familiar o un amigo y deciden instalarse en Marruecos (el Gobierno facilitó los papeles con dos campañas de acogida masiva en el año 2013 con la intención de cambiar su política migratoria) y construir una nueva vida.

Estos últimos casos son los que más se dejan ayudar y con los que trabajan
desde Migración en Tánger.

Las pateritas

Uno de los casos de éxito laboral es el de “las pateritas”. Una solución creativa para generar empleo: “Comenzamos con la idea de qué saben ellos o qué hacían en su país”.

El caso de las “pateritas” comenzó con un muchacho que era carpintero, entonces “pensamos que era buena idea crear figuras de madera con forma de patera para reflejar su experiencia y la realidad de estas personas” y “ahora mismo le va muy bien, incluso se van a vender en Barcelona”, explicó la especialista en migración.

Ojo con la Biblia

A pesar de todo este trabajo, los religiosos tienen que tener cuidado con las acciones que llevan a cabo. Por ejemplo, no es fácil poder transportar una Biblia porque en la frontera no es bien recibida por “tentar contra el artículo 220”, afirman en Tánger. “Hay que enterrar los libros religiosos bajo el suelo porque si terminan en alguna estantería marroquí se convierte en un gran problema con la ley”, corroboran. Asimismo, para eucaristías algo más multitudinarias como la de Noche Buena, el encargado de la misa tiene que avisar con antelación de cuántas personas van a asistir.

Por otro lado, la comunidad cristiana en Marruecos no solamente se conforma por religiosos, también hay europeos y españoles que viven en este país y que han vivido siempre como el caso de Cristóbal, quién afirmó que “a veces es difícil poder desarrollar actividades que animen a la comunidad cristiana por las restricciones estatales”.

A esa familia se suman cada vez más subsaharianos con una fe muy consolidada que conviven en la universidad y en el trabajo con una mayoría musulmana. Según Félix (en Burkina Faso: Kondombo Wendmanegdé), estudiante de ingeniería, “la convivencia es buena porque aunque la comunidad cristiana es pequeña también es plural y compuesta por muchas nacionalidades y lo más importante: está muy unida”.

Los cristianos de Marruecos acuden cada domingo a misa y algunos marroquíes se acercan queriendo saber más o incluso sienten una curiosidad hacia esta religión pero los párrocos tienen totalmente prohibido hablarles sobre la Biblia o cualquier precepto y lo llevan tajantemente a cabo. Aún así, existen personas que se han convertido pero que finalmente han tenido que salir del país para poder vivir su fe en paz y seguridad o misioneros a los que no les dejaron volver a entrar en el norte de África.

Según datos de Unión Evangélica Bautista Española (UEBE) sobre todo estadounidenses acusados de practicar proselitismo. Así, los religiosos tienen prohibido evangelizar.

María Diéguez Fernández

Fotos: Kiko Fernández

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