¿Qué hacemos con las manadas?

Recientemente conocíamos la sentencia del Tribunal Supremo sobre el caso de “La Manada” de San Fermín. Cada vez más frecuentemente, y gracias a la repercusión mediática y social del caso que ha visibilizado el problema, conocemos por los medios nuevos casos similares de mujeres que son asaltadas cuando volviendo a casa solas tras una fiesta se topan con otras manadas.

Es por cómo se autodenominaban esos cinco chicos “la manada” por lo que se está popularizando el término manada para referirse a esos grupos de intimidadores, abusadores y agresores sexuales que actúan conjuntamente contra la libertad de mujeres aprovechando que su víctima se encuentra indefensa.

Empatía contra el patriarcado

Son las dos de la madrugada y una chica vuelve sola a casa. Asustada se enfrenta a un camino de vuelta con la incertidumbre de si llegará sana y salva hasta casa. Sin previo aviso un coche ocupado por una de estas manadas pasa a su lado y le silban con la intención de intimidar y asustarla.

Ha salido de fiesta, algo normal cuando eres estudiante y quieres tomar un respiro entre exámenes, proyectos y clases desgastantes. Seguro que tú, que me estás leyendo ahora mismo, conoces casos similares ya sea experiencia propia o de alguna conocida.

Algo que cualquier joven tiene derecho a hacer. “You gotta fight for your right to party” decían los Beastie Boys en un contexto donde la preocupación se limitaba a que pudiera terminar la fiesta inesperadamente gracias a algún aviso por ruido.

Hoy día la preocupación va más allá de lo instantáneo de la fiesta y se traslada a la gravedad de la integridad física. Sufrimos por nuestras amigas, por saber que han llegado a casa y que no les han hecho nada unos hombres machistas que salen a la calle “de caza” porque su único contacto posible con una chica se dirige a satisfacer su ansioso deseo de dominación sexual.

Por ello persiguen, acosan, humillan y tratan de controlar a “su presa”. Es asqueroso pensar que tratan a las personas que conocemos y queremos como simples objetos. Empleando jerga de caza o de pesca hablan de “tirar la caña” o “pescar” a alguna. Si tu hija va sola por la calle de noche es probable que le silben o le insulten solo para dejarle claro que pueden hacer lo que quieran con ella. Porque a estos lobos salvajes, que salen de caza en manada, les gusta hacer sentir indefensa a tu novia, a tu hermana, a tu amiga, a tu hija, a tus conocidas y compañeras…

Tu amiga no puede salir tranquila de fiesta, no puede estar tranquila en la calle o hacer deporte en algún parque o lugar público. No puede porque entonces, sin esperarlo, aparecerá alguna manada (o lobo solitario) para intimidar y decir que ella se encuentra en una situación de inferioridad dado que, tal y como estos asaltantes sexuales lo ven, su cuerpo, de mujer, puede ser violado. Necesitan hacerle saber que si quieren pueden cogerla en cualquier momento y hacer con ella lo que quieran.

La dura realidad a la que nos enfrentamos como sociedad es esta y sistemáticamente estamos permitiendo que suceda. Ya sea un viejo verde o un coche lleno de tíos cerdos siempre que vuelve sola a casa esta chica se enfrentará a que unos asquerosos depredadores sexuales la acosen, silben, insulten o lancen obscenas palabras simplemente por ser una mujer.

Siendo no más que una persona activa y rebelde de nuestra comunidad pido que reaccionemos ante estas manadas de salvajes. No como aliados feministas ni como caballeros socorriendo a dama en apuros sino como personas que quieren a otras personas y por amor luchan contra esas injusticias que ven. Por eso reaccionemos, unámonos para luchar contra este sistema de violadores.

Si salís a la calle de noche no dudéis y mostrad vuestro rechazo a estas “manadas”, dejémosles claro que no les queremos, que comportamientos así no son propios de nuestra sociedad. Mostremos a nuestras amigas que las apoyamos y que las entendemos, que no están solas y tienen al lado una persona que se preocupa por que se puedan sentir libres y cómodas.

Y a quienes las acosan hagámosles ver lo equivocados que están. Todas y todos debemos tomar el valor y la decisión de hacer visible nuestro rechazo ante estas actitudes humillantes.

Enrique Paredes

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