Llega el día grande de Nuestro Señor Padre de Familias

Hoy es el día grande de Nuestro Señor Padre de Familias que con la celebración esta tarde de su procesión pone fin a una semana de actos religiosos en su honor.

La Historiadora del Arte Elena Bellido Vera y el Hermano Mayor de la Hermandad de Nuestro Padre de Familias, nos detallan los diferentes aspectos de Nuestro Padre de Familias en su contexto histórico y religioso.

La imagen de Nuestro Padre de Familias, a la que se le atribuyen muchísimos milagros, llegó al convento en 1633, presidió varias sesiones del Concilio de Trento en el siglo XVI y fue regalado a sor Ana de la Cruz Afán de Ribera y Manrique de Lara, hija del Marqués de Tarifa, por su hermano, el agustino fray Payo Afán de Ribera, que después llegó a ser obispo en Guatemala y México.

Nuestro Padre de Familias, recibe culto durante el resto del año en su capilla del Monasterio de Santa Clara de Montilla, ha procesionado por el interior del convento en procesiones claustrales desde el siglo XVII, y es en el siglo XX cuando sale por las calles de nuestra ciudad por la devoción tan grande que le tienen los montillanos y porque las madres clarisas querían compartirlo con el pueblo en procesión.

La fundación de esta hermandad data de la segunda mitad del siglo XIX y el estandarte lo regaló el sacerdote salesiano Francisco de Asís Redondo Aragón, natural de Aguilar de la Frontera, cuya madre y dos hermanas fueron monjas en el Convento de Santa Clara de Montilla a principios del siglo XX. Redondo Aragón murió muy joven con unos 32 años, aproximadamente.

Desde el terremoto de 1930 producido en nuestra ciudad, y debido al deterioro y peligro de la espadaña y del campanario de dicho convento, han tenido que dejar de hacerse los toques propios de Nuestro Padre de Familias, después de varios cientos de años. Gonzalo Enríquez de Harana Puerto, poeta montillano del siglo XVIII, decía que dichos toques transmitían las advocaciones del convento al pueblo de Montilla, además de sus celebraciones y solemnidades, a través del toque alegre de sus campanas con multitud de toques muy curiosos.

Al regreso en procesión de la imagen a la iglesia del convento, se da a besar, como viene siendo tradicional, dos relicarios: la Santa Espina de Cristo, traída por el Duque de Feria desde Italia en el siglo XVII, y el Lignum Crucis, regalado al convento por la reina Isabel de Portugal en el siglo XVI.

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