Ecologistas en Acción de Montilla convocó anoche a todos los montillanos para participar en la manifestación del próximo 27 de Septiembre sumándose a colectivos y organizaciones de múltiples países para la movilización contra el cambio climático.
El efecto invernadero es una realidad.
La concentración en la atmósfera de Gases de Efecto Invernadero (GEI) ha alcanzado las 415 ppm, niveles no conocidos en La Tierra desde al menos 3 millones de años. A raíz de este hecho, la temperatura ha aumentado 1ºC con respecto a épocas preindustriales a nivel mundial y se estima que pueda subir al menos 2ºC en los próximos años.
Y es que este incremento está ya causando importantes consecuencias: el aumento de la frecuencia de episodios de sequía e inundaciones, veranos más largos y calurosos, el deshielo de los polos y el aumento del nivel del mar …
Una crisis climática que se nutre, además, de la destrucción de los ecosistemas, de la pérdida de biodiversidad –cerca de un millón de especies se encuentran al borde de la extinción-, de la falta de agua, de la contaminación del aire que respiramos, del agua que bebemos o de los alimentos que ingerimos, de la expansión de enfermedades o de la necesidad de tres territorios como España para poder mantener el nivel de vida de los españoles.
Así es el modo de vida de las personas que vivimos en los países industrializados el que está causando esta crisis climática que sufrimos. La dependencia al transporte motorizado y el desorbitado consumo de energía de las actividades económicas, que utiliza combustibles fósiles como el carbón y el petróleo, la ganadería industrial y el exacerbado consumo de carne, la deforestación y continuos incendios forestales que asolan los bosques del planeta, son el motor de la emisión de GEI.
Especialmente, el informe The Carbon Majors Database elaborado por el Climate Accountability Institute, señala la responsabilidad de 100 empresas en la emisión del 70% de los GEI. Del mismo modo, la nota de Oxfam, Desigualdad extrema de las emisiones de carbono, establece que el 10% de la población mundial más rica es responsable de alrededor del 50% de las emisiones.
El capitalismo explota la naturaleza como un recurso más de su contabilidad. A todo lo que sustenta la vida del planeta, se le asigna un precio: los árboles, el agua, el aire, la vida misma. Si bien, los daños a la naturaleza son nada, no existen, quien rompe no paga. La avaricia y egoísmo, base del sistema de producción, obliga a las empresas a acumular recursos, cada vez más, para poder ganar o seguir en el “juego”. No obstante, en un planeta finito, con unos recursos limitados, es un sinsentido un crecimiento de la producción ilimitada.
El 27 de septiembre es la casilla de salida en la toma de conciencia de que nuestros actos tienen repercusión sobre la naturaleza y el equilibrio del planeta y que debemos adecuarlos. Hacer menos uso del transporte motorizado, disminuir el consumo energético o desarrollar un consumo sostenible, son algunas medidas a corto plazo.
Además, es el momento de reflexionar sobre el modo de vida que llevamos y aspirar a ser felices lejos de la lógica consumista. Es necesario volver a gritar que otro mundo es posible, un mundo que tenga en el centro la vida y la satisfacción de las necesidades con bienes colectivos como forma de reducir nuestro impacto sobre la naturaleza y disminuir nuestras emisiones.
Urge crear espacios de participación para que entre todxs decidamos cómo hacer frente a la crisis climática y ecológica.
Aún estamos a tiempo de entregar un planeta habitable a las generaciones futuras.
