Periodistas sin vacaciones y políticos colaboradores


Parecía haber acabado el frenesí electoral cuando el presidente se frotó las manos y se sacó de la chistera una convocatoria de generales en cuestión de mes y medio. El revuelo fue evidente. La noticia ya no era la derrota electoral de los ‘socialistas’ en las municipales y autonómicas a nivel nacional y sí la llegada de otra inminente fecha electoral.

Antes de precipitarse a unos meses de desgaste político, Sánchez ha preferido tirarse de cabeza a una huida hacia adelante con un golpe de efecto tan atrevido como inesperado. Lo curioso es que el anuncio no ha sentado bien en los despachos de Génova, cuando el mismo Partido Popular lleva meses pidiendo un adelanto electoral.

Razones no le faltan a Sánchez para agitar el tablero político: se cubre las espaldas ante una
posible revuelta interna, evita el desgaste provocado por el descontento de la población y se deja de hablar de la victoria del PP para comenzar a hablar de otro plebiscito contra Sánchez.

Aunque no le ha salido bien del todo, ya que la temporada de pactos ha comenzado y hablar de los apoyos que necesitan los ‘populares’ conlleva inevitablemente una asociación del PP con el partido ganador. Sensación que deja al PP, presumiblemente, desde una mejor posición para ganar los comicios.

Justamente esa posición de ventaja es simplemente anímica, ya que fuentes del PSOE me
aseguraban esta misma semana que las elecciones eran “ganables” y que el galardón de la lista más votada iba a estar muy disputado.

Urge, para el PSOE, cambiar su imagen de cara al 23 de julio. Algo complicado teniendo en
cuenta que la población, a día de hoy, recuerda más frescamente los errores del Gobierno de
coalición que sus logros. Pesan más las rebajas de penas por la ley del ‘solo sí es sí’, los indultos a los condenados por el ‘procés’ y la eliminación de los delitos de sedición y malversación que la reforma laboral o la ‘excepción ibérica’. Por lo tanto, todo apunta a una mayoría de la derecha en el parlamento.

A no ser, claro está, que el autor de Manual de Resistencia tenga un as en la manga que cambie el panorama nacional.

No es tan probable que IU, enmarcada dentro de una coalición con Unidas Podemos y el PC bajo las siglas de Sumar, sume lo suficiente como para formar Gobierno, debido a una convocatoria electoral que coge a Yolanda Díaz a traspiés y a su formación en pañales. Más teniendo en cuenta que el PSOE ya ha radicalizado su discurso para aglutinar el voto de la izquierda apelando al voto útil de unidad.

De esta manera, se avecinan unos comicios que obliga a los partidos a seguir en campaña a nivel nacional y local y a los periodistas y trabajadores asociados a la política a olvidarse de un solo día de vacaciones hasta agosto.

En Montilla, al igual que en toda la provincia, el PSOE cuenta con un suelo de votos importante que le puede ayudar a conseguir ser la lista más votada en Córdoba como ha pasado en las recientes municipales.

Lo interesante de todo ello es que los PP de Montilla, PSOE de Casa del Pueblo, los Vox municipales y los de la izquierda a la izquierda del PSOE deben seguir prometiendo y trabajando por su ciudad y no pueden desaparecer de la actividad local como hicieron poco después de las elecciones municipales de 2019.

En este sentido, si IU no pacta con el PSOE y Llamas gobierna en solitario, veremos una
oposición interesante que incluso podría llegar a acuerdos para sumar una mayoría absoluta en el pleno. Si por el contrario, existe Gobierno de coalición municipal, tendremos que ver si el PP de Federico Cabello de Alba ejerce una oposición real con labor de vigilancia sobre un consistorio liderado por Llamas.

Paco Cobos

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