Los jueves son tontorrones. Son esos días laborales en los que puede pasar cualquier cosa.

Son esos en los que, al salir de trabajar, del máster o la universidad tienes intención de tomarte una cerveza y recalco, una y acabas cerrando el bar. Esos del after-work, del “nos tomamos la última que mañana hay que levantarse temprano”, del palique currante que reluce aquello que nunca se diría en la oficina, de las investiduras tontorronas con amnistía incluida.

Son esos jueves en los que se pactan acuerdos sin pensar en el día de mañana. Sin recapacitar en el momento que suena el despertador o que tus socios dejan de apoyarte si no claudicas con un referéndum.

Son jueves de alegrías, celebraciones y aplausos por ser investido. También de los apretones de manos con retintín o los comentarios de los rivales laborales. Incluso de venirse arriba y decir eso de “no te la juegues” a aquel que te la puede jugar.

Pero hay que entender a Rufián. Quién no ha dramatizado más de la cuenta uno de esos jueves y ha amenazado a todo un presidente del Ejecutivo, ya sea en el hemiciclo o en la calle de Ferraz.

Quién no le ha dicho a su socio algo así como “si no se cumple lo acordado, yo me voy”. Sólo lo habrán dicho aquellos que tengan la posibilidad de aupar o defenestrar del poder a su socio, eso sí.

Y, claro, Rufián la tiene. Rufián, Puigdemont, Aitor Esteban y Yolanda Díaz la tienen. Ese es el
equipo del after-work de Sánchez, ese que se da en el bar del Congreso o en la mismísima
Moncloa. Charla de jueves tontorrón en la que se decide condonar deudas a administraciones deficientes por que sí, amnistiar a los condenados por la justicia o el ascenso de simples diputados a ministros en detrimento de aquellos que ya han cubierto su cupo político.

Incluso puede que se trabaje en privado lo que en público se niega hasta la saciedad. Como así pasó con los pactos con Podemos, con Bildu, con los indultos o la amnistía. Y quién sabe si con el referéndum.

Quién sabe lo que se viene en una convulsa legislatura en la que cualquier votación puede ser usada como chantaje para sacarle algo más al Estado aludiendo al victimismo del hijo favorito.

Los jueves, nunca se piensa que llegarán los lunes. Los jueves tontorrones nunca se percatan del futuro.

Pero los jueves pasan. Y, por si alguien lo dudaba, llegan los fríos lunes de carencia de apoyos
políticos. Esos de deuda pública insostenible a cambio de haber pagado la ronda de los jueves, de desprestigio institucional por haber querido 7 votos en momentos de jolgorio, de un Gobierno sometido a la voluntad de los xenófobos que, simple y llanamente, destruirían la mano que les da de comer con tal de cumplir con ideas absurdas, ineficientes y populistas.

Que nadie lo dude, los lunes acaban por llegar.

Paco Cobos Periodista

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Un comentario en «Jueves tontorrones»

  1. Espero que este lunes se le caiga a este que nos gobierna la Moncloa entera encima de la cabeza.
    Este ser indeseable lleva 5 años faltandonos el respeto y yo creo que hay que pararle los pies porque es una mala persona que es lo que significa ME GUSTA LA FRUTA.

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