Hola a todos, soy Antonio, Delegado Sindical de CTA en el Grupo de Empresas TREICO, localizado en Puente Genil, Córdoba; hasta el pasado 13 de junio que fui despedido disciplinariamente.
Lo primero de todo, quiero agradecer todo el apoyo recibido por parte de los compañeros del sindicato CTA, de todos los sindicatos que forman parte de la FSM, de los compañeros del metal de Cádiz, etc.
Como ya he dicho anteriormente, mi despido ha sido disciplinario, alegando la empresa continuas faltas de respeto y consideración hacia mis compañeros y superiores.
Constituyéndose este comportamiento como FALTA MUY GRAVE, tipificada en el artículo 16 h) del Régimen Disciplinario del Convenio Colectivo de aplicación. Hecho totalmente ajeno a la realidad. Pues paso a relatar los hechos acontecidos desde hace dos años.
A finales de 2022, el grupo de empresas TREICO promueve un ERTE para 3 de las empresas de dicho grupo, apoyado por UGT que tenía mayoría absoluta de delegados sindicales en las empresas y al que yo pertenecía desgraciadamente. Me opongo frontalmente por tratarse de un ERTE fraudulento pues alegan falta de trabajo y no es cierto. Tras diversas acciones que demuestran este hecho en la Inspección de Trabajo y advertir a la Sra. Inspectora que dicho ERTE iba a ser judicializado e impugnado por mi parte, el informe de ésta no tuvo más remedio que ser negativo y la empresa no llegó a realizarlo. A partir de este momento soy consciente que UGT no nos representa a los trabajadores sino a la empresa y dejo de formar parte de dicho sindicato. Por lo que empiezo a buscar uno que realmente lo haga.
Me uno a CTA y formamos una sección sindical constituida por unos 30 trabajadores. En marzo de 2023, la empresa y los representantes de los trabajadores (todos de UGT menos 2 de CTA) comenzamos las negociaciones para renovar nuestro convenio interno. La empresa lleva a esta negociación una propuesta que conlleva una importante pérdida de derechos adquiridos, que cuenta con el beneplácito de todos los representantes, excepto el de mi compañero y mío, ambos de CTA, en representación de la defensa de la mayoría de compañeros que trabajamos en la empresa.
Durante estas fechas, el encargado de fabricación se reúne con nosotros dos en su despacho y se produce una gran oferta económica para ambos con el fin de que dejemos de oponernos a lo que propone la empresa, con la inmediata negativa por nuestra parte.
A consecuencia de la defensa de nuestros derechos, la empresa hace un movimiento de trabajadores de unas empresas a otras reduciendo en la que yo estoy (de 39 pasa a 24) con el fin de promover mi revocación como RLT, a la vez que declara que da por terminadas las negociaciones del convenio por no poder llegar a un acuerdo satisfactorio para ella e impone la pérdida de los derechos adquiridos, señalándonos a nosotros como los culpables de este hecho.
A partir de ahí, tanto UGT como la dirección de la empresa ponen en marcha la maquinaria para organizar mi revocación como RLT. Para ello, llaman uno por uno a casi todos los trabajadores de la empresa en la que estaba, al despacho de dirección y van ofreciendo contratos indefinidos a los eventuales, mejoras salariales, amenazas con despidos de familiares… Para que firmen a favor de mi revocación. A pesar de ello, consiguen revocarme por tan solo 2 votos.
Como represalias hacia mí y con miras a mi despido, recibo mi primera sanción disciplinaria leve por amenazas y faltas de respeto hacia mis compañeros en el centro de trabajo.
En agosto de 2023 y estando de baja, recibo un burofax con la segunda sanción disciplinaria leve, por los mismos hechos siguiendo el plan establecido por la empresa para poder despedirme.
Ambas sanciones, se ponen en conocimiento del sindicato y son impugnadas en tribunales. La resolución de las dos nos da la razón con la nulidad de las sanciones y condena a la empresa con una indemnización económica por vulneración de los derechos fundamentales.
Para septiembre de 2023, debían realizarse elecciones sindicales tras más de 4 años. Tanto UGT como la empresa no quieren que se celebren elecciones y desde CTA promovemos elecciones con las firmas de los trabajadores de las diferentes empresas del grupo. Este hecho, surte efecto y al enterarse de la promoción de elecciones, UGT se nos adelanta y son ellos los que las convocan.
Hasta finales de octubre que se celebran las elecciones, tanto UGT como la empresa promueven el miedo a que CTA gane las elecciones, difundiendo rumores de cierre de
la empresa, empeoramiento de las condiciones de trabajo y la negativa de la dirección a negociar con este sindicato. A pesar de ello, conseguimos que CTA ganara las elecciones en las dos empresas mayoritarias del grupo, consiguiendo 6 delegados frente a los 2 de UGT.
Al final, la empresa no tiene más remedio que sentarse con CTA a negociar el nuevo convenio interno. A la vez que, desde el gabinete jurídico del sindicato se plantea un conflicto colectivo por la pérdida de nuestros derechos adquiridos.
Tras 4 reuniones de negociación no se llega a ningún acuerdo y se decide judicializar el tema. Paralelamente, se realizan movilizaciones por parte de CTA en Puente Genil, como una manifestación por la calle principal de la localidad y una mención en el programa de radio local, así como en la prensa digital local.
Una vez llegada la fecha del juicio por este conflicto colectivo interpuesto, no se llega a entrar en la sala sino que se produce una negociación muy favorable para nosotros en la que volvemos a recuperar los derechos que habíamos perdido. Además de firmar una cláusula en la que la empresa se compromete a no despedir al personal indefinido en los siguientes 4 años.
Esto tiene lugar en mayo y el 12 de junio para sorpresa de todos, la familia accionista mayoritaria del grupo TREICO vende el 67% de las acciones al grupo MANOLET, quienes como primera medida, suponemos pactada con los anteriores dueños, como represalia hacia mi persona y para debilitar al sindicato, me despiden de forma disciplinaria alegando lo mismo que en las anteriores sanciones pero esta vez como falta grave.
Queda más que demostrado que todo es una persecución hacia mi persona como representante sindical de CTA, hacia el sindicato por defender verdaderamente los derechos de los trabajadores, además de una estrategia por parte de la patronal y de UGT para coartar la libertad sindical dentro de la empresa.
Sin más me despido de todos con una cosa muy clara: No me pienso rendir ni dar un paso atrás, seguiré plantando cara y llegando hasta donde tengamos que llegar.