Me gustaría comenzar este artículo describiendo la destreza o torpeza de los candidatos a la hora de untar el cepillo de cola y pasarlo por las paredes para posteriormente colocar los carteles electorales en la clásica noche de pegada de carteles que da el pistoletazo de salida a una campaña que, aunque acaba de empezar, ya luce barba de varios días.
Sin embargo, para desgracia de los románticos electorales que tenemos la imagen —de archivo y no porque la hayamos vivido— de Suárez y compañía liados con el cepillo y la cola clavada en nuestras mentes, la pegada de carteles en 2023 es cuestión de despegar una tira de cinta adhesiva arriba y abajo para fijar la intención de gobernar en la pared.
Así se dio. Dos cintas fuera, un par de pasadas con la mano y ya está engalanado el pueblo:
Montilla Entre Todos, Siempre Montilla, Cuidamos Montilla y Cuida Montilla. Los carteles y
mensajes que pretenden influir en el voto montillano se suceden a la par que los actos, paellas populares, inauguraciones y eventos de todo tipo a los que asisten los candidatos para
recordarnos que su papeleta sigue disponible.
Incluso algunos, algo a destiempo en cuanto al calendario electoral, aprovechan su presencia en los actos para mostrar simpatía y hacer referencia a logros o promesas políticas. Otros se pasean por el campo mientras reflexionan sobre las fullerías propagandísticas de sus rivales o reivindican ser la verdadera izquierda, paradójicamente, en auditorios señoriales.
Cada uno lo hace como quiere, o como puede. Pero todos pretenden ser la respuesta que
ofreces cuando tu cuñado te pregunta a quién vas a votar en la barra del bar. Todos pretenden ser el tema de conversación o, al menos, establecer los temas que desatan reflexiones políticas con posibles subidas de tono y algunos incluso lo consiguen.
En un ejemplo de lo último, el alcaldable ‘popular’ estrenó la campaña reflexionando sobre lo que se conoce en el ámbito de la opinión pública, como las ‘gafas partidistas’.
Las ‘gafas partidistas’ son aquellas que nos hacen separar una valoración positiva o negativa de las políticas o propuestas que se llevan a cabo de aquellos que las elaboran. Es decir, nos fijamos en primer lugar no de qué se hace, sino de quién lo hace para predisponer nuestra opinión a favor o en contra de la política en cuestión.
El también ex alcalde venía a transmitir algo así como un llamamiento a los votantes para que se desprendan de esta visión y elijan la papeleta del equipo que crean ser el más preparado, independientemente del color que muestre la papeleta.
A nivel nacional, los expertos del campo de estudio reflejan la necesidad de este votante
ambivalente que premia o castiga la gestión política del Gobierno tanto como la del votante que hace gala de fidelidad de partido y vota a sus colores esté más o menos de acuerdo con su gestión y que, de esta forma, dota de cierta estabilidad al sistema.
Por el contrario, a nivel municipal parece más lógico que sea el perfil de votante ambivalente el que destaque y sea más útil en pros de la democracia y el bienestar de su población. Es lo que siempre se ha dicho, en los pueblos se vota a la persona, no al partido.
Yo estoy más en votar al equipo en conjunto que al cabeza de lista porque ya podría presentarse Barack Obama a la alcaldía que, si cuenta con un filósofo para delegado de Hacienda, mal o peor se presenta el mandato.
Se vote al equipo, la persona o al partido sí que parece inteligente elegir la papeleta de la
persona, equipo o partido del que se piensa que es lo mejor para Montilla, para no caer en una de esas contradicciones que hacen mala la salud.
Bueno, pregunto, desde cuando estaban programados tantos eventos al final de campaña?, nos hemos pasado tres años y medio sin ninguna distracción ni eventos y ahora no para Rafa de hacerse fotos y asistiendo a reuniones de amigos en bares ect.