En estas fechas en que recordamos el 47 aniversario de la Constitución de 1.978, me parece un buen momento para subirme a reflexionar a la higuera e invitar a mis lectores a que hagáis lo propio, sin mirar en la Wikipedia ni preguntar a las diferentes inteligencias artificiales, pensemos, reflexionemos nosotros mismos sobre el modelo político en el que vivimos y que llamamos democracia.
Empezaré diciendo que, desde mi punto de vista, la democracia no es la meta, es el camino, es la herramienta con que una sociedad de ciudadanos libres pretende organizarse para conseguir el bienestar en dignidad y prosperidad de todos sus miembros, para ello se dota de unas reglas que es la Constitución, dicho esto, pienso que 47 años son muchos años para que la herramienta no necesite ser ajustada, afilada o reparada, y la nuestra solo ha tenido algunos leves retoques para ajustarla a nuestra pertenencia a la Unión Europea y otra, en la que PP y PSOE se pusieron de acuerdo, iba a decir con nocturnidad y alevosía, para anteponer el pago de la deuda financiera a las necesidades sociales, me parece poco para tantos años.
Según su etimología, democracia es una palabra derivada del griego clásico en el que “demos” es pueblo y “cracia” es gobierno, por tanto, significa gobierno del pueblo.
Pero si analizamos nuestra democracia basada en la Constitución del 78, se me ocurren algunas imperfecciones, una de ellas es qué si la soberanía reside en el pueblo español, que es la clave de cualquier democracia formal, de hecho, esa soberanía popular esta mediatizada por lo que también dice la Constitución sobre los partidos políticos. Si el derecho al sufragio universal que es la expresión máxima de la soberanía, se realiza con unas listas cerradas y controladas por los partidos, el resultado es que el cargo electo no responde ante los ciudadanos que le han elegido, sino que responde ante la ejecutiva de su partido, de hecho ¿A cuántos de nuestros representantes electos conocemos? ¿Quiénes son los diputados, senadores o diputados autonómicos por nuestra provincia? Si ellos hablan en nuestro nombre y representación, parece de sentido común que sería conveniente conocerlos y que respondieran ante nosotros de su gestión.
Además de lo dicho más arriba, de los tres poderes que constituyen una democracia formal, los ciudadanos elegimos solo a los miembros del poder legislativo y como hemos visto, en listas elaboradas por los partidos, y es el poder legislativo quien elige al poder ejecutivo y al poder judicial. Lo que deja bastante diluida la representatividad de esos poderes. ¿Qué queda de decisión popular en la elección del consejo General del Poder Judicial?
Con este modelo representativo, la realidad es que a los ciudadanos nos daría lo mismo que nos presentaran una papeleta sin nombres, pero con el logotipo de los partidos y que estos en función de los votos pongan a los diputados que ellos quieran. Esto es válido para las elecciones generales, autonómicas o locales de las grandes ciudades, en las elecciones locales de las poblaciones más pequeñas creo que si son más genuinamente democráticas y representan mejor los deseos de sus ciudadanos. ¿Se debería pensar en modificar las circunscripciones electorales para hacerlas más pequeñas, que conociéramos a nuestros representantes y que ellos tuvieran que dar la cara frente a sus electores?
Otra cosa sobre las elecciones que me sorprende en sociedades como las occidentales es que hacen campañas electorales con criterios de marketing, es decir con mucho dinero, lo que ya de por sí, tiene un punto de manipulación, de vendernos la burra, pero lo que me parece más grave es que sus programas, es decir los folletos publicitarios que nos entregan física, telemática y mediáticamente, serían declarados publicidad engañosa por cualquier tribunal de la competencia y sobre todo por el sentido común.
En cualquier transacción en nuestro estado de derecho en la que el producto recibido no se correspondiera con lo que decía la publicidad, es decir la campaña electoral, sería considerado un fraude, una estafa, una engañifa.
No vemos en la calle a los vecinos y a los ciudadanos insultándose ¿Por qué tenemos que soportar a nuestros supuestos representantes poniéndose a parir todo el día en vez de explicarnos cuáles son sus ideas para mejorar nuestras vidas?, No les pagamos para que se peleen, les pagamos para que nos mejoren la vida y no para que nos pongan de mala leche a unos contra los otros.
Estos a los que llamamos señorías se comportan como mozalbetes mal criados haciendo gala de una nefasta educación y los que peor se portan son los que se reivindican de “buena familia” y se consideran “gente de orden” salidos de caros y exclusivos colegios privados gestionados por los hombres de dios. Como dijo uno de ellos ¡Manda huevos!
Tengo la impresión de que no son conscientes del daño que están haciendo para la convivencia entre los ciudadanos y para la democracia al llevar al enfrentamiento, al hartazgo y a la desafección a la ciudadanía. Creo, que, en democracia, los ciudadanos, esos que somos la soberanía popular merecemos un poco más de respeto
Y ¿Dónde ha quedado el respeto a las instituciones? Cada día son convertidas en estercoleros por aquellos a los que pagamos para que las hagan funcionar con la dignidad que merece el pueblo soberano, desde los portavoces o más bien perdonavidas y matones partidistas, a los jueces que se cachondean mientras dictan un fallo, nada más y nada menos que contra el Fiscal General del Estado, la sentencia ya la harán otro día cuando terminen de dar sus cursos financiados por alguna de las acusaciones, es decir, cobran de parte. Reinterpretando al clásico, se podría decir y exigir que “La justicia no solo debe ser objetiva e imparcial, debe parecerlo”
No me extiendo, solo os invito a reflexionar sobre lo que dice nuestra constitución vigente
Artículo 1
1. España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.
¿Creemos que se está cumpliendo este Artículo 1º?
¿Es un Estado social el que no garantiza una vivienda, un trabajo, una educación o una sanidad digna a todos sus ciudadanos?
La libertad es un valor superior, pero, ¿Se puede ser libre sin unas condiciones socioeconómicas que garanticen cubrir las necesidades básicas de cada uno de sus ciudadanos?
¿Es la justica igual para todos? Creo que más bien depende del poder económico individual, que a unos les permite contratar bufetes carísimos y otros tienen que conformarse con el abogado de oficio, con todos mis respetos a esa figura que es evidentemente democrática.
¿Decimos algo de ese otro valor superior, la igualdad, o lo dejamos para otro día?
A pesar de todo, ¡Feliz día de la Constitución!

Reflexiones desde la higuera