Paren el mundo, por Dios!!

Pom-porom-pom-poropopom

¡Chiquillo que me va a estallá el zaguán!

Mamá, ¡estoy fuera de la casa!

Es sábado, acaba de pasar el Viernes de Dolores. Justo antes del Domingo de Ramos. Son alrededor de las 13 horas y hemos venido a San Agustín para tener nuestra distendida reunión de costaleros. Hemos aparcado, mal seguramente porque creo que por Montilla ya no se puede aparcar bajo la ley, cerca de lo que alguna vez fue el Galeón, bar al que íbamos mucho los martes de Champions cuando los martes de Champions se podían vivir en Montilla acotando las horas para dormir lo suficiente antes del instituto.

Subimos las escaleras y nos lo encontramos. Un niño, al que echo 10 o 12 años, tocando el tambor como si no hubiera un mañana. Sabiendo, claro, que mañana es Domingo de Ramos. Que empieza, que llega y que ya está aquí para lo que, en mucha parte, se vive las otras 51 semanas del año. Porque er niño der tambó ya estaba pensando en junio que después del verano vendría el inicio curso, la Navidad y, por fin, la Semana Santa.

Al niño, que digamos que se llama Juan, le importa más bien poco los follones de las élites, si Ayuso tiene un novio que defrauda Hacienda o si todo un ministro de Transportes ha llamado a este último “testaferro con derecho a roce”. Juan simplemente ha sacado su tambor a expensas de la riña de su madre o la queja de los vecinos. Ofú, ya está er niño der tambó otra vez Mari Carmen, me imagino que diría su vecino Manuel, hasta la coronilla de los pom-porom-poropom. Soniquetes que, lógicamente, son mejorables.

Lo son porque a Juan le trae sin cuidado las corcheas o los ritmos, como también le trae sin cuidado las “elecciones” que el ruso, loco con su guerra, ha montado y tergiversado para salir reforzado. Él, er niño er tambó, sólo sabe que ha visto a la Centuria Romana Munda, que le posee el espíritu de la Semana Santa y que quiere petarlo en la Calle Ancha un Viernes Santo.

Pero, mientras el niño toca, y le riñen, y nosotros trazamos el Viernes Santo rezando al cielo que no llueva —o que si llueve que merezca la pena para el campo—, el mundo insiste en seguir girando. Tanto gira que unos animales, totalmente desprovistos de simpatía humana, pegan tiros en Moscú. Eliminan a ciudadanos cuyo único delito es su lugar de nacimiento y jefe autoritario de Gobierno. Mientras, Sánchez amonesta a Feijóo por su oposición en Europa y éste le recrimina la injusta ley de la amnistía y nosotros hacemos albondiguillas de atún con la receta de la abuela para el último viernes de vigilia.

En lo que llamas a Bellido para encargar los pestiños de la Semana Santa o recoges el Viña Verde razonable para estos días de encuentro y marchas que levantan el corazón, un prófugo borracho de poder por 7 votos reclama la legitimidad de su arbitrario gobierno catalán en Elna, Francia.

Y el mundo gira sin control. Sin nadie que le diga que pare. Con sus guerras absurdas y sus litigios políticos entre los que quieren presupuestos y los que quieren elecciones. Los que ansían amnistía para seguir gobernando y los que defienden a matones que amenazan periodistas por contar la verdad.

Y los que estamos, olvidados por todos, deseando que se abran las puertas de la Iglesia de María Auxiliadora para que salga La Borriquita y empiece, por fin, la Semana Santa. Los dos que sacan el tambor riña quien les riña y disfrutan apasionadamente.

Así que paren el mundo. Háganlo por Dios. Háganlo por er niño er tambó. Háganlo por nosotros, por los que disfrutamos de la Semana Santa. Paren el mundo, por Dios.

Paco Cobos
Periodista

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Un comentario en «Paren el mundo, por Dios!!»

  1. Es mejor soportar al niño del tambor que aguantar la inmundicia de políticos que nos gobiernan, tanto en España como en el exterior.
    Que disfrutes la Semana Santa, tus pestiños y tu Viña Verde.

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