No me causa rubor decirlo

No suele ser habitual que falte a mi cita dominical con ustedes, sin embargo, así lo hice la
semana pasada después de que el presidente resiliente, término que atribuí hace ya casi un año a un tal Rubiales que dijo aquello del “no voy a dimitir”, se diese cinco días para reflexionar sobre si debía seguir al frente del Ejecutivo.

O lo que es lo mismo, cinco días de incertidumbre política, de barro y niebla, de acusaciones infundadas, de cierre de filas a ambos lados, de contrapesos reflejados en burdos espejos que solo emiten descalificaciones. De polarización. Cinco días de laborioso trabajo para un periodismo pseudo obligado a elegir entre el ‘conmigo o contra mí’.

Y yo, no me causa rubor decirlo, soy un hombre profundamente enamorado. No de mi mujer, que no tengo, sino de mi profesión. Profesión cuyo Día Mundial, el de la Libertad de Prensa, ha sido un par de días después de que nuestro presi fuese a La Zarzuela a decirle al Rey algo así como ‘oye Felipe, que me quedo y tal. En plan, que sigo, que los bulos que, por lo que sea, no me ha dado por denunciar, no van a poder conmigo’ y saliese a defender la democracia en una comparecencia sin preguntas.

Todo ello, pocos días después de haber señalado públicamente a medios, algunos de ellos
consolidados, como “pseudomedios”, “panfletos” o “digitales”. Después de lanzar al aire que
todo medio que publica lo incómodo es de “marcada orientación derechista o ultraderechista”.

Después de asimilar a medios, que sí que existen, los de marcada ideología que publican
informaciones sin contrastar, con otros que ejercen en favor de la verdad y del periodismo.

Después de haber puesto la primera piedra a una extraña semana para un periodismo entre la espada y la pared y en la que muchos han elegido la espada.

Porque no hay nada más coherente que la incoherencia política. Esa de defender algo al mismo tiempo que lo atacas. Esa de ‘nosotros defendemos un debate sosegado y sin insultos, no como usted, que es un hijo de puta’. Y ahí, donde la coherencia concuerda con la incoherencia, es donde se ha llevado, o se han llevado solos, a una notable parte del periodismo, que ha terminado eligiendo bando, entrando en un juego que no nos corresponde.

Y es que para adalides del periodismo y la libertad de prensa tenemos unos pocos que no dudan en amenazarla cuando les conviene. Tan descarado es el intento que, en un curioso ejercicio de ir contra corriente, aquella que insulta y difama contra informaciones veraces, cuyo jefe de prensa amenaza sin pudor a periodistas, realiza un discurso moderado, vaciando la embestida del toro y colgándose la medalla, no la del Premio Nacional de Tauromaquia, sino la de la libertad un 2 de mayo.

Lo de Ayuso es dar la nota, ser la diferente, ponerse un vestido rojo y decirle a una de sus
apuestas más decididas entre sus juventudes que se lo quite y se ponga un vestido de la
secretaria de MÁR. Es cambiar el discurso cuando ya has arrastrado al líder de tu partido a la
altura de su contrincante para hablar de lodo y fango, fango y lodo, mientras tú hablas de
libertad.

Es entender el ‘conmigo o contra mí’ mejor que nadie, proclamarte reina de Las Ventas y dejar de novillero a todo un ministro del Gobierno de España que ha venido a decir que el presidente argentino es un drogadicto. Es poner a la prensa, de nuevo, en un brete al proclamarse como la opción que defiende la libertad de los medios ante el malvado presidente que los señala.

Situación en la que muchos, cayendo para un lado o al otro del precipicio, han picado firmando un manifiesto en defensa de Begoña que parece dictado por Sánchez o poniéndose de lado de periodistas que van al Congreso a que sus preguntas sean las protagonistas sin importar la respuesta de aquellos a los que dicen retratar.

Pero al periodismo no se le defiende firmando manifiestos, dando voz a periodistas sin criterio o confundiendo géneros como la información y la opinión. Sino con la verdad. Y si esta situación es un “punto y aparte”, que por una vez sea a mejor, y en favor de ésta.

Paco Cobos Periodista

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Un comentario en «No me causa rubor decirlo»

  1. Bravo por elegir la espada y darle voz a la libertad y que le den morcilla a los que parecen no estar en el lodo aunque estén llenos de mierda.
    Qué bueno eres Paco, pero qué bueno.

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