La Cata Montilla Moriles 2022. La literatura del vino

Volvió la Semana Santa y cogió el turno la Cata Montilla Moriles. Es ahora cuando comenzamos a comprender que habíamos parado el mundo, que habíamos dejado de hacer actividades tan imprescindibles como la Cata. El fruto de nuestra tierra había pasado dos años en un recóndito lugar de las bodegas sin desfilar, sin mostrarse al mundo. Y nosotros, ocupados con los quehaceres de nuestra vida diaria, aquellos que amamos el arte vitivinícola, apenas nos habíamos percatado de haber perdido esos días en los que el vino tiene todo el protagonismo de nuestra región: la Cata Montilla Moriles 2022.

Y no podía ser de otra forma que la Cata coincidiera con el día del libro, porque ¿Qué hay más literario que el vino? ¿Qué otro caldo podía estar a la altura de los grandes clásicos? ¿Cuál proceso de formación podía ser descrito con palabras tan bellas desde el corte de la vid hasta servir la bebida en la copa? Probablemente sea un capricho del destino, pero me niego a pensar que sean coincidencias. No puede ser casualidad que el vino de Montilla se exponga el día del fallecimiento de los autores más importantes, que, casualmente, tuvieron relación con nuestra ciudad.

Cervantes, Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega hicieron coincidir su muerte entre los días 22 y 23 de abril para que nosotros otorgáramos al día 23 el valioso honor de representar a la literatura. El creador de El Quijote, libro más afamado de la historia de la literatura española, pasó algún tiempo en Montilla para escribir El Coloquio de los Perros. Vuelvo a negar que sea una casualidad que, al llegar a Montilla el amo de Berganza, perro protagonista del libro de Cervantes venda los servicios del “perro sabio” con la siguiente afirmación: “bébese una azumbre de vino sin dejar gota”.

Inca Garcilaso de la Vega, a pesar de, jamás haber admitido beberse una copa de vino para favorecer la imagen del indio como un pueblo sobrio y serio, hace referencias al vino en sus escritos desde un conocimiento exacerbado de éste, lo que nos lleva a pensar que fue un refinado catador de los caldos montillanos:

(…) Pienso que habéis de venir

5 si vais por ese camino

A tornar el agua en vino

Como el danzar en reír”

Más que el plumero, se le veía la pluma, pues tan grande escritor era Inca y amante del vino, aunque no le gustase mostrar ni la una ni la otra. Otro gran escritor y paisano suyo, aunque con algunos siglos de diferencia, Mario Vargas Llosa, durante una visita a nuestra localidad dejó escrito en una bota: “entre el Inca Garcilaso y el vino de Montilla, me quedo con los dos”.

Y respecto al escritor inglés, creo que es muy probable que, si hubiera visitado nuestras tierras, el vino con el que el rey envenena a la reina en su obra Hamlet hubiese sido un fino de Montilla porque si de morir con vino se trata, por lo menos que sea un buen vino.

Así pues, el vino de Montilla Moriles ha vuelto a tener el protagonismo que se merece. La ilusión de los bodegueros se ha hecho notar y la voluntad del pueblo cordobés se ha materializado en la gran afluencia y las largas colas. Tal es así que el Consejo Regulador ha tenido que pedir perdón y declarar que devolverá el importe de las entradas a aquellos que no hayan podido entrar.

La Cata Montilla Moriles 2022 ha dejado claro que los cordobeses no nos olvidamos del fruto de nuestra tierra, desde los más mayores hasta los más jóvenes, que aprovecharon el jueves, día de los estudiantes por antonomasia, para hacer del recinto de la Cata su lugar de fiesta. No es de extrañar que los vinos que más hayan triunfado sean los jóvenes afrutados, buena forma de iniciarse en el mundo del vino. Aunque los asistentes también han tenido tiempo para probar los olorosos, amontillados y, aunque menos, nuestro Pedro Ximénez.

Han tenido nuestros vinos de esta forma, su particular desfile o puesta en escena en este 2022, el año de los reencuentros, con el vino en particular y con la vida que no hace tanto tiempo se presumía normal en general. Así pues, el vino ha sido el protagonista de la semana y creo que, como Berganza, los asistentes se habrán bebido al menos “una azumbre de vino sin dejar gota”.

Francisco S. Cobos

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