¿Sindrome post-vacacional? Claves para superarlo, por Carpe Diem

Terminadas las vacaciones, otra vez estamos aquí empezando de nuevo. En parte, las vacaciones tienen algo de eso, de terminar una etapa y comenzar otra con renovadas energías. Por eso muchos hacen balance de lo que ha sido el año ahora en septiembre.
La vuelta al cole de los chicos con todo lo que supone, y la vuelta al trabajo de los mayores, también con todo lo que supone, nos obliga a plantearnos nuevas metas y a pensar en muchas cosas en forma de comienzo.
Según López Rodríguez J.A. (1993), vicepresidente de la Asociación Española de Psiquiatría Privada (ASEPP), describe el síndrome post-vacacional como:

«Irritabilidad, dificultad a la hora de concebir el sueño, cansancio o una sensación de profunda apatía y tristeza”.

Toda esta sintomatología está relacionada en los adultos con la incorporación de nuevo al puesto de trabajo después de las vacaciones; y en los menores con el comienzo del curso escolar.
López Rodríguez J.A. (1993) afirma que: “La intensidad y durabilidad de estos síntomas, revela que, más allá del abatimiento que puede suponer el final de las vacaciones, algo no va bien en la vida del individuo […] Como norma general, cuanto más intensos son estos síntomas, mayor disconformidad encuentra la persona con su vida y más necesaria se hace la intervención profesional”.
En relación a este tema invitamos a reflexionar sobre las siguientes cuestiones:
¿Qué podríamos hacer para cambiar estos síntomas?
¿Qué sucede antes de tener este estado de ánimo? ¿Y después?
¿Qué me está limitando para cambiar mi estado de ánimo?
Para algunas personas este es un buen momento, se encuentran descansadas y con las fuerzas necesarias para afrontar, de la mejor manera posible, los contratiempos que les llegarán. Son personas que tienen pensamientos adaptativos, del tipo: “yo puedo resolverlo, soy capaz, tengo herramientas personales que me ayudan a superarlo,…” llevando a tener una actitud activa donde la persona pone en marcha estrategias para resolver el problema.
A otras en cambio, todo se les viene encima, la casa, el trabajo…etc. Para ellos el regreso de las vacaciones no es más que volver otra vez a la rutina. Son personas que tienen pensamientos poco adaptativos del tipo: “no voy a ser capaz de superarlo, no puedo afrontarlo, no tengo los recursos necesarios, llevando a tener una actitud pasiva evitando observar el problema dándole de lado o rechazándolo
Ambos estados de ánimo se trasmiten a los chicos que ahora vuelven a su clase. Es importante considerar que son cambios de etapas y ciclos normales y aunque puedan suponer cierto grado de malestar forman parte de la vida y como tal todos tenemos que atravesarlo,….así que si podemos escoger, optemos por transmitir ilusión y confianza a estos chicos que ahora empiezan. ¿Cómo hacerlo? Una actitud favorable por parte de padres y profesores facilitarán mucho este camino.
En el caso de las familias, pueden ser útiles estas recomendaciones:
  • Preparar una serie de planes u objetivos de ocio que nos gusten que seamos capaces de comprometernos a abordar, sin abarcar grandes proyectos y tareas, para llevar a cabo tanto en el fin de semana como durante la semana.
  • Mantener aquellas actividades que podamos de ocio durante la semana.
  • Destacar el efecto positivo que tienen las actividades grupales, ya que va implícito en ellas un gran refuerzo social mediante la conducta verbal y no verbal que las personas aplicamos en una conversación normal, como la sonrisa, aprobaciones de lo que estamos hablando, saludos, etc.
  • Mantener una mente abierta a las experiencias de la vida, ya que de todo se aprende. Sacar siempre la parte positiva de lo que hemos aprendido con esa situación.
  • El tomar conciencia como padres de que si a nosotros nos afecta este síndrome también le puede afectar a nuestros hijos y que la mejor manera de apoyarles es con nuestro ejemplo.
  • Conseguir que se adapten progresivamente a la rutina del colegio, manteniendo algunas actividades que realizamos en las vacaciones, como dar un paseo por la tarde o ir al parque.
  • Estar atentos a cambios que se produzcan en nuestros hijos/as, manteniendo una postura de comprensión y apoyo.
Como conclusión, cabe referir que cada etapa es única y tiene encanto por sí misma, aprende a saborearla y disfrutarla día a día.

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