Retirado el peligro de amianto de la Ronda del Canillo

Esta semana estamos de enhorabuena al ser testigos de la retirada de la torre situada en la calle Ronda del Canillo de las planchas de uralita que formaban su fachada.

Según nos comentó Javier Nieto, presidente de la A.A.V.V. Gran Capitán, es una reclamación que desde los tiempos del difunto Antonio Carpio se viene haciendo corporación tras corporación y vino dada por la alerta de un vecino extaxista que nos alertó del peligro que suponía las condiciones en las que estaba el edificio, el peligro de caída delas chapa de uralita, que formaban sus paredes y el riesgo para la salud por contaminación de amianto para la los vecinos de la zona.

La asociación presentó su escrito correspondiente en su tiempo y Ana Belén Feria, exconcejal de Urbanismo, fue la encargada de dar la orden ejecutiva de desmantelamiento a la empresa propietaria de dicha torre, que a pesar del tiempo transcurrido es ahora y con operarios especializados cuando se ha ejecutado. Bien está lo que bien acaba.

Pero, ¿que es el amianto?

El amianto o asbesto es una forma que ciertos minerales tienen de cristalizar en la Naturaleza (silicatos de hierro, magnesio…).  Lo hacen en forma de fibras que tienen la facultad de fragmentarse en otras muy pequeñas que no se suelen ver (fibrillas). Tienen la propiedad de que son casi indestructibles. De ahí su uso extendido.

Esas fibrillas son las que pululan por el aire, se introducen en los pulmones por inhalación, y si no son expulsadas de forma natural, pueden generar, con el tiempo, distintos tipos de enfermedades y, en muchos casos, la muerte de muchos seres vivos. Otras formas de acceso al organismo, menos frecuentes, son la ingestión o a través de la erosión de la piel.

Algunas de estas enfermedades (asbestosis, placas pleurales y mesotelioma) son específicas del amianto. Prácticamente sólo las produce la exposición a este mineral. Si a alguien se las diagnostican, ya se sabe, con una alta probabilidad, que esa persona ha estado expuesta alguna vez al amianto o uralita. Las placas  pleurales, excepcionalmente, pueden obedecer a otras causas; el mesotelioma, también excepcionalmente, puede igualmente obedecer a otra causa (radiaciones, otros minerales fibrosos).

Otras enfermedades producidas por el amianto (cáncer de pulmón, laringe, ovarios, etc.) pueden ser producidas también por otros tóxicos, con lo que hay que averiguar a qué sustancia se deben. Si coinciden dos de ellas (exposición al amianto y al tabaco) el riesgo de contraer un cáncer se multiplica por varias veces más.
Las fibrillas son invisibles, y además, entre la exposición a ellas y la aparición de enfermedades, pueden pasar entre 20 años (asbestosis) y 50 años (mesotelioma o cáncer de pleura). Es lo que se llama periodo de latencia, en que las fibras están dañando pero no se manifiestan. Por eso a los trabajadores o ciudadanos expuestos (o que lo han estado) se les recomienda que pasen revisiones periódicas de salud.

Hay un programa específico en las Comunidades Autónomas para este menester:  el PIVISTEA (Programa integral de Vigilancia de la salud de los Trabajadores Expuestos al Amianto), pero, como su propia denominación ya indica, no incluye a los expuestos no ocupacionales: familiares de los trabajadores, o expuestos por vecindad del entorno de los centros de trabajo (astilleros, fábricas de productos de amianto-cemento –”uralitas”-, etc.).

En España se prohibió el uso del amianto en 2002, pero en todo el siglo XX se han consumido cerca de tres millones toneladas. Como se utilizaba para fabricar muchos productos y la mayoría de éstos siguen instalados, tanto para los profesionales que aún andan con ellos, cuanto para los ciudadanos, constituyen un peligro. También para los cerca de 200.000 trabajadores que en su tiempo trabajaron con este mineral. De la magnitud del problema, habla la cantidad de chapas de uralita que a simple vista se ven, así como de conducciones de agua y depósitos que podemos ver en las azoteas de las casas.

Antonio Galán

 

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