Fray Francisco Solano y la profecía de Nuestra Señora de Talavera de Esteco

Nuestro colaborador en las tierras de ultramar Carlos Nestor Gomez Farhat, Guía y Técnico superior en Turismo e investigador de las huellas dejadas por nuestro San Francisco Solano en hispanoamérica, nos trae la profecía del todavía Fray Francisco Solano, ya como supervisor de la Provincia Franciscana del Tucumán, sobre la desaparecida ciudad de Nuestra Señora de Talavera de Esteco.

Era una tarde rojiza de Septiembre, en el camino las sandalias de Fray Francisco Solano dibujaban sobre polvo las huellas que eran borradas casi al instante por el viento norte que a esta hora levantaba remolinos al cielo tiñendo el horizonte de un naranja cobrizo, propio del final de la época de sequía.  

Chicharras y grillos en armonía, como una gran sinfónica natural, sonaban entre los arbustos dándole la bienvenida, acompañando sus pasos las luciérnagas encendían sus luces verdes como estrellitas con alas,  

Al final del camino se adivinaban ya las siluetas de algunas construcciones de la ciudad Nuestra Señora de Talavera de Esteco, famosa por su opulencia, ubicada a orillas del Camino Real en tierras de Salta del Tucumán.

Mientras sus pasos se adentraba en la ciudad, se dio cuenta, de cuánta riqueza había en ella, sus calles, sus casas, su cabildo, su iglesia, su gente y el elegante estilo de vida que allí exista, todo derrochaba lujo y al mismo tiempo se derramaba en abundancia todo tipo sentimientos sombríos, según era su percepción. Una ciudad tan rica en todo, pero tan pobre y apartada en el Amor a Dios. 

Había tanto oro que hasta una torre estaba cubierta por este metal precioso. Sin embargo los naturales esclavizados morían de hambre, mientras los ricos tiraban el pan sobre el barro los días de lluvia para caminar sin mancharse el calzado.

Con su pobre hábito, un crucifijo, sus pies casi descalzos y un rabel en mano, Fray Francisco Solano se encontró tocando las puertas de la casa de su Padre, el convento de San Francisco de Asís. Allí sus hermanos le dieron especial bienvenida y distinguida atención, Fray Francisco Solano había sido enviado a recorrer estas tierras lejanas por Fray Toribio Alfonso de Mogrovejo y Robledo, Arzobispo de Lima (la ciudad de los reyes) y que por justa obediencia de este hermano,  hoy se encontraba entre ellos.

En ese lugar pasó varios días, dio misas y muchos sermones, sentía un profundo dolor en su alma por todo lo que le tocaba ver, oír y vivir allí: La gente tenía el corazón tan endurecido, estaban tan apartado de Dios, todo era vil materia.

Fray Francisco Solano podía ver detrás de tanto oropel, esas almas agonizantes de amor verdadero y sedientas de la misericordia de Dios y eso le causaba gran dolor; el oro lo había corrompido todo, el maligno los había alejado de Dios hasta el punto de olvidarlo.

Fray Francisco Solano llamó mucho la atención a los pobladores que escuchaban sus sermones, sus palabras cual filosa daga, atravesaba los corazones con dulce amor e infinita compasión, que hasta el más cruel hereje caía rendido a sus pies implorando el perdón de Dios. así, poco a poco los fue convirtiendo nuevamente, volviendo el rebaño al camino. 

Por las tardes entre el perfume fresco de los azahares de naranjos y  jazmines, la gente se acercaba al convento a la hora de la oración, pues se deleitaba escuchando al fray cantar canciones angelicales que dejaban enamorado de Dios  al más recio y duro corazón, su rabel parecía ejecutado por  un ángel  acompañado por un coro de querubines ,  a nadie le era indiferente,  pues allí había conversión.

Llegó el séptimo día en la ciudad de Nuestra Señora de Talavera de Esteco , el amanecer se aproximaba y los pájaros comenzaban a cantar, Fray Francisco Solano mientras lavaba su cara en la fuente del convento, las aves venían a posarse en sus hombros y él con su maravillosa voz les cantaba alabanzas a la Virgen María. Después de la misa y el desayuno seguiría su viaje a la ciudad de Tucumán.

Al despedirse en la misa, su sermón fue un poco angustiante y perturbador para la población, pues les había advertido que si regresaban a la vida de libertinaje, de abusos, excesos y faltos de caridad, la ciudad sería destruida por un terremoto y diciendo estas palabras sentenció  ¡¡¡ Esteco se perderá, Salta Saltará y Tucumàn florecerá.!!!  Corría el mes de septiembre de 1592.

¡¡¡ Esteco se perderá, Salta Saltará y Tucumàn florecerá!!! 

Los años pasaron y un día llegó un forastero a la ciudad, también era  Septiembre pero de 1692, la ciudad desbordada riqueza en abundancia, moradas lujosas y habitantes adinerados que explotaban a los nativos,  que se daban a placeres, vicios y depravaciones ofendiendo a Dios.

Ya tenían un colegio y hasta una universidad, la soberbia y la riqueza iban de la mano por la misma callejuela, este humilde forastero golpeó la puerta de una casa pidiendo pan y agua, a cambio sólo recibió insultos, desprecios y así fue por todos lados,  sin conseguir nada. 

De pronto al ver esto, una mujer se acercó al anciano y apiadandose de este, le dio de comer y beber. El anciano la miró y le dijo :

Eres la única persona que me ha tratado como a su prójimo, me has visto hambriento y me diste de comer, sediento y me diste de beber. Escucha bien, lo que voy a decirte:  Mañana cuando el sol salga y las campanas de de la torre  llamen a la oración , recoge tu niño, toma un poco de agua, pan  y vete de la ciudad porque será destruida, una sola cosa no deberás hacer, escucharás muchos ruidos, llantos y lamentos, pero escuches lo que escuches no te des vuelta, porque entonces tú también perecerás.

Dicho esto el anciano se marchó del lugar y la mujer con su hijo en brazos quedó tan confundida que pensó que aquel era  un pobre viejo loco. La tarde caía nuevamente sobre el monte y la ciudad, el viento arremolinaba el polvo y el sol perdía sus cobrizos rayos entre los cerros.

A la mañana siguiente, sonaron las campanas, y la mujer se acordó del presagio, tuvo miedo, tomó su niño en brazos, un poco de pan, agua y con  pasos acelerados comenzó a salir de la ciudad; de pronto el cielo se oscureció, sintió rayos caer en seco, oyó un gran y ronco crujido, como si la tierra abriera sus fauces para dejar ver la garganta del mismo infierno,  gran temor le produjo aquel espantoso suceso, pero siguió caminando, haciendo caso a la advertencia del anciano de no darse vuelta, los gritos, lamentos y el llanto desgarrador pidiendo ayuda que sucedía a su espalda, la atormentaron tanto, que de pronto no pudo aguantar y giró su cabeza, para nunca más volver a enderezarla; su figura se había convertido en piedra.

Cuenta la historia que aquel anciano mendigo, era Fray Francisco Solano que había regresado para ver cómo estaba la ciudad Nuestra Señora de Talavera de Esteco visitada por él 100 años atrás, y que al ver que después de su partida y con el tiempo la gente había vuelto a las andanzas  olvidando a Dios, aquella  profecía se cumpliría indefectiblemente pues la copa estaba derramando y la ira de Dios caería sobre ese lugar.  

Esteco fue tragado por la tierra aquel fatídico 13 de Setiembre del año 1.692, no siendo hasta 2.005 cuando se encontraron vestigios de la que sería la ciudad perdida Nuestra Señora de Talavera de Esteco al sur de la provincia de Salta.

La ciudad de Salta, saltó con los grandes terremotos del 13, 14 y 15 de Septiembre de 1692, año en que un Cristo de la Catedral  (más tarde llamado Señor del Milagro) regalo del Obispo Victoria a la Ciudad de Salta , cumplia tambien 100 años de abandono en un altar  por su pueblo y a solicitud de su madre, La Virgen de la Inmaculada Concepción  a sus pies pidiendo piedad para sus hijos (más tarde llamada Virgen del Milagro).

Cuenta un sacerdote testigo de esto que escuchó decir que los temblores cesarían si los sacaban en procesión y así sucede año tras año desde aquel  15 de septiembre de 1692 en honor al Señor y a La Virgen del Milagro en la Ciudad de la Fé, Salta Capital.

La ciudad de Tucumán que había estado ubicada desde su fundación  en un paraje llamado Ibatín, en 1685 fue trasladada a orillas del camino Real , o camino del Alto Perú. Desde entonces, Tucumán floreció, convirtiéndose hasta hoy en el centro comercial, industrial y cultural  más importante del norte argentino,… De esta manera se cumplía  la profecía de San Francisco Solano cuando sentenció, ¡¡¡ Esteco se perderá , Salta Saltara y Tucumán florecerá!! .

Cuenta la leyenda que la mujer de piedra, avanza por los montes a un paso por año rumbo a la ciudad de Salta. Algunos viejos gauchos que la han visto dicen, que lleva en sus brazos un niño……

Carlos Nestor Gomez Farhat/Redacción

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