Doble oro de Toro Albalá en Le Challenge International Du Vin Oro

El pasado mes de Abril se celebró LE CHALLENGE INTERNATIONAL DU VIN, uno de los concursos más consolidados a nivel internacional, en la ciudad francesa de Burdeos. Los vinos de Toro Albalá han conseguido destacar entre más de 5000 vinos de 37 países, bajo el juicio 700 profesionales del sector y expertos consumidores. Don PX 1987 y Don PX 1967 Viejas Cosechas ambos premiados con la medalla de Oro.

El Don PX 1987 es un vino fresco y ligero por su acidez, marida a la perfección con quesos azules, postres y tartas de chocolate. Las técnicas artesanales de los Pedro Ximénez posicionan estos productos en lo más alto de su categoría. Don PX Viejas Cosechas 1967 es un vino que fue comprado en exclusividad para el mercado canadiense por la alta exclusividad del mismo.

LE CHALLENGE INTERNATIONAL DU VIN tiene como objetivo no sólo premiar los vinos seleccionados en cada edición. Sino valorar su alta calidad para lo que se les realiza un control analítico, verificando las características y la calidad del vino presentado que se les atribuye a toda la producción del mismo.

La participación en el concurso galo otorga a los vinos candidatos acciones de promoción tanto en prensa como en asociaciones. Acciones que realzan la imagen de los vinos de Toro Albalá en el sector. La profesionalidad y rigor de este concurso consolidan una vez más a los vinos dulces de Don PX en el mercado francés por su calidad y autenticidad.

Bodegas Toro Albalá
Bodegas Toro Albalá nace en el corazón de la campiña cordobesa en el año 1922. Nuestra Historia es la historia de un pequeño agricultor, José María Toro Albalá, que tuvo la genial idea de guardar vinos viejos para la creación de joyas enológicas destinada a los paladares más exigentes. Una filosofía que supo implantar en los valores familiares y que aún se conservan. Considerada una hazaña teniendo en cuenta la situación de la época. Pero, que ha valido para que los Toro Albalá estén en las mejores mesas de todo el planeta.

Los vinos finos eran lo más consumido en los años treinta por una población andaluza que acudía a las tabernas de los barrios y que en su mayoría se dedicaba al trabajo del sector primario. El escenario de la bodega era una antigua central eléctrica de la zona, lo que dió juego a las bromas de los andaluces que denominaron que el vino tenía electricidad o era eléctrico, de ahí el famoso nombre al fino “Eléctrico” que aún conserva hasta nuestros días.

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