“Ansiedad” y “Estrés”, dos términos que usamos de forma más o menos habitual en nuestro día a día, con expresiones como: “estoy muy estresad@”, “¡qué estrés tengo¡”, “ hoy tengo ansiedad”… pero… ¿Están estos términos bien empleados?, vamos a explicar un poco el tema.
La respuesta de estrés es una respuesta adaptativa y funcional del organismo de los seres vivos, es decir, es necesaria para responder y enfrentar diversas situaciones cotidianas. Para realizar un examen, para darnos prisa para no llegar tarde a una cita importante, para correr si alguien nos persigue… nuestro cuerpo necesita activarse y liberar una serie de hormonas y otras sustancias que pondrán a punto nuestro organismo. Y esto, en términos biológicos, es una respuesta de estrés.
Entonces, ¿es el estrés perjudicial? ¿Cuándo es el estrés perjudicial?
La respuesta de estrés puede llegar a ser un problema y nos puede generar determinados trastornos de ansiedad o emocionales, cuando esta respuesta se activa de manera constante o de forma muy frecuente; y es desencadenada por pensamientos, creencias, emociones… derivados de situaciones que no demandan una activación física para hacerles frente. Algunas de estas situaciones serían: problemas familiares (“no se como se puede comportar así”…), problemas laborales (“mi jefe está serio, ¿y si me quiere despedir?), expectativas negativas con respecto a lo que ocurrirá en el futuro (“esta situación no se arreglará”)… estas situaciones generan una activación interna “inútil”, ya que no va a ser empleada para responder de manera externa a la situación.
El darle “vueltas” a determinados pensamientos, ponernos cada vez más nerviosos, empezar a sentir el corazón latir más deprisa, el sentir que se nos acelera la respiración… es el aspecto perjudicial de la respuesta de estrés y que puede generar diferentes tipos de trastornos de ansiedad, problemas de pareja o familiares, trastornos depresivos…
Desde la Psicología existen técnicas validadas científicamente, con las que es posible controlar estos síntomas internos (pensamientos, sentimientos, temores…) que nos generan malestar, frustración, indefensión y que reducen nuestra calidad de vida.
Según mi experiencia profesional, se obtienen buenos resultados en periodos relativamente cortos de tiempo. Los pacientes quedan muy satisfechos, aprenden a gestionar su actividad cognitiva y emocional, se liberan de los desagradables síntomas de ansiedad y mejoran significativamente su calidad de vida.
Carmen Sánchez Urbano
Lda. Psicología
DEA Psicobiología del Estrés.
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